RODILLAS VIEJAS
Cuando lancé mi primer emprendimiento, no fue porque vi una gran oportunidad frente a mí.
Fue porque estaba harto de mi pobreza. Ese fue mi principal motivador. No me iba a permitir seguir en esa situación el resto de mi vida.
Tenía treinta años. Hey, esa es una gran oportunidad. Deja —por favor, por el amor de dios— de pensar que "estás viejo" a tus treintas, cuarentas, cincuentas. Esa es una mala historia que te estás contando y —lo peor— creyendo.
Tener veinte años no es una ventaja en negocios, aunque el cine, los podcasts, los blogs y los videitos en TikTok e Instagram así te lo quieren vender. A esa edad no sabes qué onda con la vida, pero tontamente crees que sí. A esa edad no tienes contactos, experiencia ni enfoque. Deja de pensar que si no lanzaste tu idea en tus veintes, ya es demasiado tarde porque las rodillas te duelen.
(Durante años en mis tempranos treintas me dolían las rodillas. Pensé en operármelas. Mi consejo es que sí, claro, vayas con un especialista y revises, pero lo más más más más más más probable, querido saltamontes, es que necesites hacer ejercicio, meterles peso, acostumbrarlas a tener más actividad física antes de ofrecérselas a un bisturí. Además, siempre piensa en el incentivo de un médico experto en operar rodillas: ¿qué te va a decir cuando su nueva casa depende de otros diez potenciales cliente como tú? Hay doctores honestos, claro, pero para un martillo todo son clavos).
¿Hay jóvenes de veinte años geniales que sí están enfocados y construyen negocios increíbles? Claro. Pero son tan pocos que por eso hacemos libros y artículos de ellos. No es lo normal, así que quita de tu mente esa mala narrativa de tu edad.
Las verdaderas buenas oportunidades para lanzar tu negocio están ahí, a tu alrededor, pero no las ves así. Son cosas como el hecho de que tu trabajo en esa gran empresa te ha permitido tener ahorros que te dan dos años de libertad financiera para explorar tus ideas, pero no lo ves así.
Hace unos años, platicando con amigos ingenieros en diseño de turbinas de aviones, me decían que estaban encabronados con la corporación en la que trabajaban por los horarios, la falta de aumento en el salario, la presión constante y demás. Les pregunté por qué no lanzaban una consultoría internacional al respecto. Digo, ¿cuántos expertos de su nivel hay en el mundo? Unos pocos miles. ¿Y si te pones en el mercado para hacerle la vida más fácil a las empresas que no quieren contratar y prefieren pagarte por proyectos? ¿Y haces un sitio web fantástico en inglés que presuma tu expertise? ¿Y participas en eventos como conferencista para que te conozcan? ¿Y aprendes a cobrar en yenes, dólares, francos suizos y demás? Les dije que con el expertise que tenían y las relaciones que habían construido en la industria, tenían todo a favor. Me dijeron que sí, pero no. Al final, lo que hicieron fue lanzar una tiendita física de ciertos artículos exóticos que nadie compra como primera necesidad. Lo hicieron porque un amigo de ellos había comprado una franquicia de eso y creyeron esa idea-fraude de que estas cosas funcionan casi casi solas y mágicamente les iba a dar ganancias sin tener que poner su mente y corazón en la operación.
Con respecto a lo de estar frustrado con tu salario, la presión y los horarios en una compañía, bueno, al emprender es igual, vas a odiar eso mismo. Garantizado. Puedes abordarlo con positivismo: al menos es algo tuyo. O puedes abordarlo con pesadumbre: al menos en la empresa tenías algo seguro. Tú decides. No hay respuestas fáciles.
Yo no vi las oportunidades que tenía cuando comencé a emprender. No estoy aquí para criticar por criticar. Siempre me critico primero yo. Hoy sé que cuando empecé tenía muchas cosas a favor, pero no las veía así en el inicio. Mi edad. Mi conocimiento. Mis relaciones. Mi personalidad. Mi soltería. Uf. Todos esos fueron grandes activos, pero en ese instante de mi primer negocio lo único que yo veía es que no tenía dinero y que me faltaban muchas cosas para que la empresa luciera como yo quería que se viera.
Lo que intento decirte con todo esto es que si estás esperando que "la gran oportunidad" se revele mágicamente ante ti con claridad para aprovecharla, déjame decirte que las décadas van a pasar y eso no va a ocurrir.
Recomendado por LinkedIn
No te estoy invitando a emprender a ti, querida PAD que está contenta en su empleo, gana bien y está construyendo cosas geniales para el mundo.
Esto es para aquel tipo insatisfecho con su vida como yo lo estaba. Somos muchos.
Querer claridad es marca de novato.
No busques certidumbre.
No estás viejo.
Tienes muchas cosas a favor.
Ajusta la lente con la que observas las cosas a tu alrededor.
Y tú sí hazme caso.
Te conviene.
—A.