Salud sanitaria, sanidad secuestrada

01.01.2020


 

 

Salud sanitaria

La deriva tecnológica de nuestro tiempo, ha acelerado un proceso que  escinde al hombre moderno de si mismo y de su salud. Una importante manifestación de lo que significa vivir escindido, o disociado, es hacerlo  dando la espalda a nuestro propio cuerpo, a nuestras emociones y, en definitiva, a nuestra salud.  

Externalizar el mayor peso de nuestra salud personal en las instancias sanitarias, en lugar de hacerlo recaer en nuestra responsabilidad individual, es también una clara manifestación de lo que significa “vivir escindido”, de uno mismo y de la propia salud.

Privando al ciudadano de  un mínimo grado de autogobierno sobre si mismo, se le aleja de una parcela esencial de su existencia. En manos exclusivamente ajenas, la salud humana acaba convirtiéndose en lo que otros deciden y en instrumento de control de la población, por parte de la instancia pública.

La escisión del individuo con su salud se intensificó, ya avanzada la Revolución Industrial, a finales del S.XIX, con la implantación de primeras formas  de asistencia pública por parte de una incipiente administración sanitaria que derivarían, en el S.XX, en las estructuras público-privadas que hoy nos atienden.

 

Sanidad secuestrada


Frente a la idea de “Salud”, contrapondremos la de “Sanidad”, definiéndola como el “conjunto de medios, estructuras y recursos que un ente organizado (estado, municipio, empresa, orden militar, confesión religiosa, …) pone a disposición de un colectivo humano determinado (ciudadanos, mutualistas, empleados, feligreses, …) para la atención de su salud”.

Segregados de nuestra  externalizada salud, observamos que el “virus” de la escisión afecta también a la misma instancia sanitaria. En tanto que organización sometida a las presiones y a los intereses contrapuestos de los  operadores dominantes, acaba ofreciendo a la población soluciones más sanitarias que sanadoras.

El modelo médico hegemónico realiza dos “separaciones” relacionadas con la enfermedad física y mental: por una parte, separa la mente del cuerpo, de modo que las emociones no tienen impacto en la salud física, y, por otra parte, separa al individuo de su entorno, de modo que de hecho separa a las personas de sus vidas.

Que el objeto y propósito declarado de la actividad sanitaria sea la salud de la población, no impide que ambas transcurran por  senderos diferentes. Erramos gravemente al confundir ambos términos, fusionándolos.






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