Santa Bárbara y los truenos

"Se la considera protectora contra los daños del temporal, los rayos y las centellas; de ello se deriva el modismo 'acordarse de Santa Bárbara cuando truena' que se usa en diversas ocasiones, tanto para aludir a quienes solo piensan en la solución de un problema cuando este se hace muy evidente, como para referirse a las personas que solo piensan en los demás cuando necesitan su ayuda" (Wikipedia, consultada 2020-04-08)

Me llegan en estos días correos desde diferentes ámbitos con peticiones relacionadas con la I+D+i para luchar contra la pandemia: desarrollos de respiradores, materiales necesarios que pudiéramos tener los makers, impresoras 3D, etcétera. Estaría encantado de poder colaborar, tristemente no disponía de lo que solicitaban.

Esto me lleva a la siguiente reflexión: ahora, cuando suenan los truenos y caen las centellas, nos damos cuenta de los riesgos que supone depender tecnológicamente de otros países. ¿Qué podemos hacer a futuro?

Debemos identificar como sociedad, y con ayuda de expertos independientes, todo aquello que es verdaderamente crítico en una situación de vulnerabilidad como la actual y otros escenarios posibles. Y se debe fomentar la inversión en I+D+i en esas áreas.

Preferiblemente a escala europea, puesto que como país no tendremos esa capacidad: es imposible que España se dote de todas las fábricas de medicamentos, de equipos médicos, de repuestos para aviones de transporte, de turbinas para generadores eléctricos, etcétera. Sí, ya sé que ahora está en boca de todo el mundo la supuesta insolidaridad de los alemanes, pero hagamos examen de conciencia y revisemos en qué nos hemos gastado los españoles muchas de las ayudas recibidas. Porque ¿cuáles son las alternativas? ¿como diría alguno: "¡España first!"? No es la solución: siempre habrá una región, una comarca, un pueblo, un barrio que sean ¡even first! Debemos cooperar con aquellos que comparten nuestros valores, ética y modo de vida. Eso es lo que realmente une y se llama Europa.

Una vez identificados los temas críticos, invirtamos en I+D+i. Y el que consiga el mejor desarrollo, que lo patente, para que el productor europeo mejor preparado lo fabrique pagando royalties razonables al desarrollador. Y así obtengamos esas capacidades como sociedad.

Me da igual si el propietario de las acciones está en Pekín o en Nueva York, mientras las fábricas y el personal con know-how esté en España, sé que en estados de alarma podremos recurrir a ellos. No caigamos en el error de pensar que, porque las decisiones del día a día se toman en un despacho de un ministerio, van a ser mejores que las que se toman en un despacho de un polígono industrial. Las buenas decisiones las toman personas bien preparadas y con experiencia sobre lo que deciden, no las que se llaman a sí mismas gestoras en base a un cargo o título.

Esperemos recordar las lecciones aprendidas de esta pandemia y nos dotemos de capacidades fundamentales para nuestra supervivencia como sociedad. No ahorremos en "gastos superfluos" como el ejército y la investigación. Luego les enviaremos a la primera linea de batalla a desinfectar calles y recibir enfermos en centros sanitarios porque ni tú, ni yo, nos queremos arriesgar a ser contagiados. Al menos, que dispongan de medios adecuados.