Si hace 5 años eran 20...
... hoy son 25. Hace 5 años que publiqué mi primer post aquí en Linkedin, que a la postre resultó ser, hasta principios de este año, el más visto y sigue siendo hoy el más comentado y según algunos de vosotros el que más os ha gustado. Así que me siento obligado a actualizarlo y como no, añadirle un lustro más y hacerlo precisamente hoy, que cumplo un cuarto de siglo como telefónico.
Ese post era, digámoslo así, como un currículum novelado que acababa con el personaje principal a merced del viento y completamente abierto al futuro. Pues en esos mismos términos digamos que desde entonces el futuro se cerró y he experimentado en primera persona lo mejor y lo peor del mundo corporativo. También he hecho algo nuevo que no había hecho en los 20 años previos, decidir que ya era hora de cambiar y tomar la iniciativa pero al final, de nuevo los acontecimientos dejaron casi sin efecto esa decisión. Pero vayamos por orden. Allá donde se quedaba el primer post estábamos inmersos en abrir el futuro.
Pues bien, empecé el nuevo lustro con grandes expectativas. Por un lado me habían propuesto un reto super motivador, llevar Wayra a otro nivel liderando el desarrollo de la plataforma online que nos permitiría escalar globalmente y poner nuestra metodología de aceleración a disposición de cualquier emprendedor en cualquier lugar del mundo. Además visité por primera vez Universitas, ese lugar mágico en mitad de un parque natural donde uno puede permitirse el lujo de desconectar y dedicarse 4 días a sí mismo entre gong y gong. En resumen, un chute de motivación e ilusión para seguir creciendo como profesional. Sin embargo, en contra de todas las expectativas, el reto tardó muy poquito en desinflarse: la plataforma resultó un yermo y cualquier esfuerzo por convertirla en el ecosistema global que pretendíamos fue baldío. A día de hoy lo considero como el mayor fracaso de mi vida profesional y se sucedieron los 2 años más anodinos e improductivos de mi carrera profesional, que para mayor desesperación tuve que compartir con uno de los mejores profesionales con los que he coincidido en estos 25 años y además reportando a una jefa que siempre se merece lo mejor. No dejo de pensar lo que podríamos haber hecho juntos con otras condiciones de contorno, pero cuando no se puede, no se puede.
Pero la falta de resultados de esos 2 años no quiere decir que fueran inútiles. En términos de aprendizaje fueron un master de altísimo nivel en temas de liderazgo y gestión de equipos que puedo resumir en cinco afirmaciones:
- No existe equipo sin líder. Es un binomio. Cambiar el líder no garantiza la continuidad de los resultados por muy brillantes que lo hayan sido hasta entonces y por muy buenos que sean el resto de los miembros del equipo.
- Un equipo debe ganarse la confianza de su líder y el líder la del equipo. Si existe desconfianza en una de las dos direcciones, el fracaso organizativo está garantizado.
- Un buen líder es el que crece con su equipo, no a su costa. Un líder no puede moldear su equipo a su imagen y semejanza sin reconocer las particularidades y el distinto nivel de contribución (incluso de compromiso) de sus miembros.
- Un buen líder debe delegar y confiar en las decisiones de su equipo sin enfangarse en la microgestión. Si las dinámicas funcionan, nunca debería cuestionar esas decisiones.
- El mejor líder no es el más listo ni el que más sabe ni el que más experiencia tiene. Un buen líder debe escuchar a los que saben más o tienen más experiencia que él y ser capaz de reconocer sus razones y argumentos aunque contravengan su opinión.
Además, no todo vale en una organización. Nunca hubiese creído hace años que fuera posible cruzar ciertas líneas en el entorno laboral. Ahora soy consciente que las personas nos comportamos en la empresa tal y como actuamos en nuestra vida personal. Podemos modular un poco nuestra conducta y desempeñar un rol diferente, pero los valores y las prioridades se mantienen. La conciliación personal es imposible en un entorno laboral tóxico. Es imposible aislar lo personal de lo laboral. Si empiezas a pagarlo con tu familia, es hora de cambiar de puesto. Me costó mucho darme cuenta, hasta que finalmente tome una decisión. Os lo conté a todos vía Twitter. Alguno me dijo que era un cryptotuit (¿premonición quizás?) pero no pude ser más literal: la gota que colma el baso, tiro la toalla, 'Sayonara baby'.
Fueron algunos meses duros, buscando acomodo en tiempos de vacas flacas y acabé volviendo a casa, a hacer lo que sé hacer (no sé si mal o bien), gestionar la innovación. Tendemos a pensar que innovar es un proceso creativo donde las ideas fluyen y los innovadores son gente especial que derriba murallas, todo lo consiguen y disfrutan de una especie de nirvana laboral rodeados de tecnología y un poquito de futuro. Algo hay y sí, por supuesto que su trabajo es algo así como inventarse el futuro, pero al final sufren las mismas miserias que el resto de las organizaciones. Pues bien, definir modelos y herramientas que permitan tomar decisiones lo más racionales posibles en esos entornos cambiantes y un poquito diferentes era el nuevo reto al que me abandoné sin reservas y de nuevo con gente excepcional de la que todos los días se puede aprender algo.
Antes vino, por supuesto el Always Wayra de rigor. Nunca podré agradecer suficiente a ese grupo excepcional de gente el cariño y el apoyo seguro que inmerecido que me rindieron en ese momento. Pero no pudimos disfrutarlo, porque literalmente a la vez que yo pasaba página, incorporamos al imaginario corporativo un nuevo concepto: la simplificación individual. Y así se sucedieron los meses emocionalmente más difíciles de sobrevivir en una empresa, viendo como gente brillante y a la que apreciabas se desvinculaba y empezaba una nueva vida fuera del barco azul. Muchos amigos, algunos muy cercanos y por supuesto muchos conocidos con los que llevaba 20 años reuniéndome y encontrándome repetidamente de repente dejaban de ser parte de la familia. Desde luego que cada uno elige su camino y yo ya os compartí mis reflexiones y cómo decidí ser una rata corporativa. No me arrepiento, porque en el camino no dejan de aparecer regalos como el que poco después me hizo el que de momento (y espero que me aguante mucho tiempo) es mi jefe.
No todas las historias pueden contarse con un hito fundacional. Esta sí. Así que con el permiso del jefe (en realidad sin él :-)), copio aquí el mensaje con el que empezó este divertimento que está resultando esto del Blockchain. Un mensaje sin contenido que recibí un sábado de abril de hace 2 años. Sólo dos preguntas en el asunto. "¿Cuanto sabes de blockchain? ¿Quien sabe en la casa?". Mi respuesta fue que yo sabía lo justo. De hecho sabía lo que era, había leído algún blog y alguna noticia, habíamos organizado algún evento en Wayra sobre criptomonedas y habíamos evaluado alguna startup que trabajaba con esas tecnologías. Eso era "lo justo". A partir de ahí empezó una carrera por aprender y entender, por rodearnos de gente que nos enseñara y nos explicara.
Primero acudí para actualizarme a mis referentes en este tema, @joobid y @sfcurias, y unas semanas después pasé la Semana Santa leyendo sobre el problema de los generales bizantinos, los consensos distribuidos y por qué blockchain era la primera tecnología que lo resolvía y permitía implementar un sistema monetario sin autoridad central alguna. Más allá de bitcoin, oí hablar de Ethereum, los Smart Contracts y su capacidad de computación distribuida. En definitiva, como un valor tan intangible como la CONFIANZA se construía en una red de telecomunicaciones.
Resulta que no sólo había gente en la casa que sabía mucho de blockchain (en realidad, en la casa siempre hay gente que sabe de todo), sino que había grupos haciendo YA sus pruebas de concepto, experimentando con algún cliente y creando tecnología diferencial. Durante ese año experimenté todo lo bueno de una gran corporación y lo fácil que es avanzar cuando siendo flexible orientas a la organización a un objetivo. Fuimos muy imaginativos activando recursos para seguir aprendiendo y rodearnos de la gente que sabía. Hicimos bandera de la innovación y fuimos innovadores incluso organizativamente. Hablamos con clientes y con proveedores, los de siempre y otros nuevos, los genéricos y los específicos de este cryptomundo. Hablamos con otras corporaciones, con otros operadores y con startups. Un año después, teniendo ya claro las oportunidades y cierta idea de cual podría ser nuestro posicionamiento como operadora, empezamos a crear un equipo de cracks que pusiera a Telefónica en el mapa de Blockchain. Unos cracks que me han recordado cómo hace 25 años estaba tan enganchado que seguía programando en casa cuando salía de la oficina: cómo es de importante venir a trabajar motivado por el reto intelectual que supone resolver problemas y cómo de gratificante es cuando las piezas encajan y eres tú el que ha sido capaz de encajarlas. Hemos recorrido el camino al revés de lo que habíamos aprendido en los últimos años. La innovación empieza con una necesidad del cliente que eres capaz de resolver aplicando la tecnología y no al revés. Pues bien, aquí volvíamos a poner la tecnología en el centro, teníamos una tecnología en busca de una necesidad que resolver.
Después de luchar contra las desmesuradas expectativas de la industria hemos hecho de consultores, creando modelos para explicar lo que hemos aprendido y como la tecnología pueda impactar en los negocios. Hace meses publicábamos en esa línea el cuadrante mágico de Blockchain, que nos ha ayudado a nosotros mismos entender cómo y cuando preocuparnos por blockchain en nuestras operaciones.
Hoy tenemos un producto para empezar a generar negocio en los próximos meses. Hemos desarrollado tecnología diferencial (cuando parecía que sobre blockchain ya todo estaba desarrollado hemos vuelto a registrar varias patentes), vamos por delante de la industria y hemos encontrado cierta resonancia en los clientes que nos permite ser optimistas.
Así que de aquí en adelante, no sé si tan adelante como otro lustro, lo que toca es desarrollar este incipiente negocio de la CONFIANZA. Las preguntas están encima de la mesa: ¿Es posible vender CONFIANZA? ¿Los clientes están dispuestos a comprar CONFIANZA? ¿Es la CONFIANZA un nuevo atributo de las redes? ¿Existe la CONFIANZA virtual? ¿Depende la CONFIANZA de las redes? No lo sabemos, pero poco a poco habrá que responderlas.
Para ello tengo un equipazo que me ayudará y con el que ayer me he dado el gusto de celebrar ayer estos 25 años, así que me vais a dejar que cierre este post con ellos. Gracias chicos por recordarme que cada día estoy aquí para aprender de vosotros y entender lo que estamos haciendo.
Y por supuesto, gracias a todos con los que he compartido algo en estos 25 años por enseñarme tantas cosas y gracias a los que habéis dedicado unos cuantos minutos a leer este post y habéis llegado hasta aquí.
Global Head of Talent & People Growth in Telefonica Tech
5 añosQue sortuda soy de poder haber compartido alguno de esos 25 años en tu paso por Wayra!!! Excelente post. Deseando leer el de los 26!!!!
Lead Product Manager. Living Apps
5 añosEnhorabuena JL ¿hace otros 25?
Jose Luis, eres la persona más maravillosa que he conocido en mi vida laboral y siento como propia tu alegría y felicidad. Se que es imposible, pero ojalá volviese a trabajar junto a ti y Guille Lamelas. 😪 con todo lo que he crecido, y vosotros... jo.. me atrevería ha aceptar cualquier reto. Enhorabuena por tus 25 años pero sobretodo enhorabuena por aprovecharlos así de bien. Un abrazote
CFO of IOT & BD TELEFONICA TECH en Telefónica
5 añosGracias a ti 😊
Global Product Manager en Multicloud en Telefonica Cybersecurity & Cloud Tech
5 añosEnhorabuena !