Siete errores injustificables
Los seres humanos no somos infalibles, cometemos errores. Pero hay siete que no debieras cometer si empiezas una aventura empresarial. Aquí una lista, como siempre, arbitraria y seguramente incompleta. A la mitad de mi vida profesional me vi en la obligación de cambiar de giro y emprender un camino que nunca consideré: ser empresario. Tuve suerte, pues encontré buenos amigos y gracias a sus consejos –con algo de tacto mío- puede tomar decisiones acertadas. En el camino, sin embargo, he visto que lamentablemente no todos los que arriesgan por la iniciativa individual llegan a buen puerto. Por eso me permito hacer una pequeña lista –basada en lo visto durante estos últimos veinte años- de los errores que nunca deben cometerse.
1. Hacer un mal presupuesto, basado sólo en el futuro y los sueños. Todo emprendimiento debe tener un comienzo sano. Es decir, empezar con lo elemental: el ahorro. No hay presupuesto que aguante si no se tiene el suficiente efectivo para capear los temporales siempre imprevistos.
2. Escoger cualquier nombre. Parece una ligereza tomarlo en cuenta, pero en mi experiencia uno bueno causa impacto, ayuda en recordación y marca la diferencia. Las horas que puedas invertir en ello, ¡bienvenidas!
3. Tener consejeros mediocres. No necesariamente tus mejores amigos son los ideales a la hora de aportar. Hay que saber escoger –y sobre todo valorar- a quienes saben.
4. No estar suficientemente informado sobre el mercado. Uno tiende a menospreciar el entorno y pensar que la idea propia es la mejor. Dedicar un buen tiempo a conocer a la competencia es altamente recomendable (tarifas, innovaciones, nuevos servicios, remuneraciones, deben ser parte del plan).
5. Confiar demasiado en el olfato. Es clave (el gran diferenciador), pero no es la clave de todo. Basta recordar algunas grandes caídas e grandes marcas que creyeron que todo les saldría bien porque su “sexto sentido” se lo anticipaba.
6. Creer que a pesar de no ser un buen negociador podrás avanzar. Uno negocia todos los días con todas las personas de su alrededor casi sin darse cuenta. Si no le das a esa palabra el real valor que tiene, es probable que no avances. Todo es susceptible de entendimiento y transacción. Aferrarse a lo que sólo uno piensa no es la regla más recomendable.
7. Deficiente (o nula) experiencia. Aunque es posible que, sin saber nada del negocio que estás por empezar te vaya bien, las posibilidades son inmensamente menores comparadas con quien sí sabe o tiene alguna experiencia. ¡Ah! A propósito, el peor de todos los errores de todo no cabe en la lista: mentir.