Simjat Torá y la importancia de seguir bailando
Esta vez, Simjat Torá tiene la particularidad de coincidir con una fecha trágica.
Celebrar Simjat Torá este año será muy extraño. Esta festividad se caracteriza por ser un momento de alegría, éxtasis y elevación espiritual que representa no sólo el fin del ciclo de la lectura de la Torá y el inicio de uno nuevo, sino también el broche de oro a la temporada de las Altas Fiestas judías (Rosh Hashaná, Iom Kipur y Sucot). En las comunidades de todo el mundo hay bailes con la Torá, cantos y alegrías, se realizan las famosas hakafot (los bailes en círculo sosteniendo la Torá) y es una hermosa oportunidad para festejar nuestro vínculo con Dios. Pero esta vez Simjat Torá tiene la particularidad de coincidir con una fecha trágica: será el primer aniversario de la masacre perpetrada por el grupo terrorista Hamás.
Si bien la fecha internacional de la tragedia quedó marcada por el día del calendario gregoriano (7 de Octubre), en el calendario judío el ataque ocurrió en el mismo día de Simjat Torá. Mientras muchos estábamos festejando en nuestras sinagogas, miles de nuestros hermanos sufrían ataques mortales de asesinos extremistas. Y no sólo eso, sino que al cumplirse un año en nuestro calendario, todavía esperamos a que los secuestrados regresen con vida a sus hogares.
Entonces, ¿qué haremos este año? ¿Cómo es posible festejar mientras nuestros hermanos están sufriendo y han sido víctimas de hechos atroces por el simple hecho de ser judíos?
Este cuestionamiento ha acompañado a la comunidad judía a lo largo de todo este último año. En casamientos, celebraciones, y fiestas el pensamiento por los secuestrados ha estado presente cada uno de estos días. El pueblo judío revivió historias que sólo había escuchado de los antepasados y, de algún modo, se cumplieron las premoniciones que muchos de nuestros abuelos y bisabuelos nos habían advertido y a las que pocas veces les prestamos atención: muchas personas nos odian por el simple hecho de ser judíos.
Pero, más allá de eso, que el aniversario de la tragedia coincida con un momento de celebración no deja de presentar una contradicción. ¿En serio vamos a bailar en Simjat Torá?
Tal vez la respuesta a ello resida en analizar qué pretendieron hacer nuestros enemigos hace un año y ver dónde estamos parados ahora.
Hace exactamente un año, las organizaciones terroristas que odian al pueblo de Israel planificaron aniquilar a todo judío, ya sea hombre, mujer, anciano o niño, que se cruzara delante suyo. Tras la masacre perpetrada por Hamas, muchos aseguraban que el pueblo judío quedaría diezmado. Gente malvada se ilusionó con la posibilidad de concretar su anhelada eliminación de Israel como nación. Eran épocas en las que, más allá de los ataques externos, el pueblo judío surcaba una profunda división interna. La situación no podía terminar bien.
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Sin embargo, ante la adversidad, el pueblo de Israel se mostró unido. Es cierto que hay posiciones que son difíciles de hacer congeniar, pero muchos judíos que pocas veces se habían sentido identificados con su pueblo se mostraron orgullosos de ser lo que son. Hay innumerables ejemplos de aquellos que antes de la masacre no se identificaban o, peor aún, se avergonzaban de su judaísmo y ahora han fortalecido su identidad. Es el fenómeno llamado por algunos medios como “los judíos del 8 de Octubre”.
En las sinagogas se rezó y se reza por el bienestar de todos los secuestrados y los heridos, sin importar qué tan cercanos a la vida religiosa sean. Los soldados batallaron y batallan incansablemente, dejando la vida por su pueblo de una manera difícil de comprender para todo aquel que no sea parte de él. Las acciones de beneficencia se multiplicaron al comprobar que este es el momento en que debemos ayudarnos los unos a los otros como hermanos.
Nos es imposible comprender por qué pasan las cosas. Lo que es importante es entender cómo reaccionamos a ellas. Qué sacamos en limpio. Cómo tomamos el mensaje que fue enviado a todo el pueblo.
Para el judaísmo, toda persona que es asesinada por el simple hecho de ser parte del pueblo judío se considera que murió por “kidush Hashem”, es decir, santificando el nombre de Dios. Y, si bien es cierto que el Judaísmo es una religión que profesa la vida y no la muerte, también es cierto que, al morir, hay distintos niveles que uno puede alcanzar. Los asesinados en la masacre ocurrida en Simjat Torá y todos los soldados que han caído en defensa del pueblo judío tienen el estatus más elevado en ese aspecto: les han quitado su vida sólo por pertenecer al pueblo de Israel.
Un año más tarde de que comenzó la pesadilla, llega Simjat Torá. Preguntamos: ¿cómo podemos bailar en esta fecha? La respuesta es ¿cómo NO vamos a hacerlo? Cientos han dado sus vidas para que el pueblo de Israel no sea eliminado, para que podamos seguir con nuestras tradiciones, con nuestra herencia y para que sigamos el camino que desde hace miles de años venimos andando, frente a múltiples enemigos que han intentado eliminarlo. Al contrario: no bailar sería una falta de respeto, una actitud desagradecida a aquellos que han muerto para que el pueblo judío siga vivo.
Eso sí: Bailar en Simjat Torá esta vez tendrá un significado más profundo. Seguimos pidiendo por el regreso de los secuestrados sanos y salvos a casa. Seguimos suplicando para que no haya más sangre de nuestros hermanos derramada por el simple hecho de ser judíos. Seguimos anhelando paz para el pueblo de Israel. Ese es el mensaje que tendrá nuestro baile en Simjat Torá: nos apegamos a Dios honrando a los que lo hacen posible, y esperando que pronto llegue la redención.
Fuente: Yaacov Lipszyc / AishLatino.com