Sin miedo al éxito

Desde que nacemos nos enfrentamos a desafíos, salimos del vientre de nuestra madre y todo deja de estar controlado, tenemos hambre, frío, calor y la naturaleza sabia nos dota de reflejos de supervivencia que nos ayudan a crecer.

Con el paso de los años crecemos y “aprendemos” a sobrevivir sin la atención constante de los demás, pero conforme aprendemos de independencia desaprendemos de sobrevivencia.

El desafío es algo constante en nuestras vidas y lo único que tenemos seguro son los cambios, pero al crecer y convertirnos en adultos olvidamos este sencillo principio, por ende, nos enfrentamos constantemente con el temor al cambio, establecemos rutinas que nos hacen sentir “seguros” y cuando algo cambia y sacude nuestras rutinas, nos cuesta trabajo recobrar la armonía que creíamos tener.  

De pequeños nos conformamos con muy poco, con lo sencillo, pero los adultos tendemos a querer más y más, familias perfectas, buen trabajo, dinero suficiente, casas lindas, carros de lujo, etc. Y vivimos en una constante tensión y estrés para conseguir todo esto que no es tan sencillo de obtener y nos acorralamos a nosotros mismos viviendo frustrados, deprimidos, angustiados… transmitiendo todas estas emociones con quien compartimos nuestras vidas.

Vivimos atrapados en nuestros pensamientos, frustrados por el pasado y angustiados por el futuro, olvidamos vivir el presente, disfrutar cada momento que tenemos, siendo agradecidos por el hoy, libres de tensiones provocados por nuestros mismos pensamientos de querer ser o querer tener.

Quien domina sus pensamientos resuelve su vida. Debemos desarrollar la habilidad de seleccionar lo que pensamos, elegir los pensamientos que son buenos y desechar los negativos, así como seleccionamos lo que comemos, la ropa que vestimos, así mismo debemos desechar los pensamientos que nos hostigan y reforzar lo que nos deleitan.

No quiero decir con esto que vivamos en una fantasía, pero si aprender a aceptar nuestras realidades, asumiendo el presente, siendo conscientes del hoy para construir día a día un mejor futuro, sin miedo al éxito, teniendo la plena certeza que viviendo un presente consiente estoy construyendo un mejor futuro.

La constancia y dedicación que pongamos en cada actividad que realizamos todos los días nos llevará sin duda a tener resultados, ¿cuáles? Los que usted decida. Es así, que vemos como un grano de arena que penetra una ostra, poco a poco el nácar cubre el grano capa tras capa hasta convertirla en una hermosa perla; de esa misma forma, nosotros podemos elegir cada minuto en lo que queremos convertirnos y ser esas perlas relucientes que brillan con tanto esplendor que alumbramos a quienes nos rodean.

Dificultad siempre habrá, el presente cambiante es lo único seguro que tenemos, pero es la elección de nuestros pensamientos que nos hará caer en un precipicio o aprender del desafío, con cada situación que nos enfrentamos debemos preguntarnos qué puedo aprender, cómo puedo mejorar, qué me quiere enseñar la vida ante esta situación?  Es cuestión de elegir aprender.

Cuando aprendemos, aceptamos y agradecemos, todo a nuestro alrededor fluye, solo debemos esperar y todo llega en el momento perfecto, ni antes ni después. Vivimos en la era de la inmediatez, mal acostumbrados a creer que los resultados los tendremos con prontitud y eso no es una realidad, debemos trabajar con honestidad y entusiasmo en cada aspecto de nuestra vida que queremos mejorar confiados que en el futuro recogeremos la cosecha de lo que sembramos cada día.

No tener tiempo para pensar y meditar es lo usual en nuestros días, ¿cómo construir sin planificar? Debemos tomar tiempo para analizar quién soy, qué quiero, hacia dónde voy; conectar mi mente, con el espíritu y el cuerpo, aceptando lo que tengo, lo que soy, sin reproches, sin reclamos.

Vivimos tan enfocados en la negatividad que nosotros mismos nos cerramos las puertas al éxito, cuando aprendemos a vivir con entusiasmo y optimismo, dejando de controlar todo lo que no podemos cambiar, los milagros suceden!!!. No tenemos control de nada externo a nosotros mismos, si deseamos resultados primero debemos vernos a nosotros mismos, preguntarnos cómo ser mejores, qué habilidades o destrezas debo desarrollar, qué debo hacer para para lograr mis objetivos, cuáles son mis debilidades, cuáles son mis fortalezas, y a partir de esos cuestionamientos interiorizar para construir.

Tener pasión por mí mismo es el motor que nos impulsará para hacer de lo imposible posible, cuando conectamos nuestros pensamientos con nuestros objetivos de vida, disfrutando cada alegría y aceptando cada tristeza vamos construyendo un mejor porvenir y cuando vivo en armonía conmigo mismo, puedo transmitir armonía. El entorno puede ser el mismo, pero somos nosotros quienes cambiamos, y al cambiar nosotros, cambia nuestro entorno.

De adultos, debemos reconectarnos con lo básico, con lo sencillo, desaprender y volver aprender a estar presentes, conscientes, agradecidos, conectando con los demás, validando nuestras emociones, viviendo en armonía con el ahora y dejando que el futuro se construya por sí solo como resultado de lo que hacemos en el presente.