Sin presunción ni juicio. El regalo de la presencia
Casi siempre vamos por la vida con nuestra conversaciones mentales martilleándonos sobre el dolor o el placer, el pasado o el futuro; somos poco o nada conscientes de nosotros mismos. Nos preocupamos, nos arrepentimos, nos anticipamos. Nos ponemos tan nerviosos que, sin darnos cuenta, nos encontramos físicamente tensos y emocionalmente agotados. Vivimos tan llenos de preocupaciones que nunca experimentamos la riqueza y la plenitud del momento presente. De igual forma, estamos tan preocupados que no vivimos la riqueza y plenitud de nuestras relaciones.
¿Qué nos hace sufrir? ¿Qué hace que nos preocupemos? La respuesta es que todo es un artificio de nuestra personalidad.
Nuestra personalidad maneja nuestra atención: cómo nos vemos a nosotros mismos y cómo vemos el mundo. Cada tipo de personalidad está acostumbrada de forma automática a ver el mundo desde un sólo punto de vista. Cuanto más apegados estemos a nuestros patrones de personalidad, más prestaremos atención sólo a aquellas cosas que apoyan nuestras suposiciones y creencias, y más ciegos seremos de todo lo demás.
Darnos cuenta de que nuestra personalidad desvía nuestra atención del momento presente y nos arrastra a preocuparnos por nuestra identidad y nuestros valores es un paso enorme.
Pero querido amigo, cuando tenemos una mente tranquila, un corazón abierto y calmado y un cuerpo anclado en el aquí y ahora, nuestra atención también se va a quedar aquí, vamos a estar presentes. En este estado nos vamos a percibir como realmente somos, no como pensamos que somos. Nos vamos a dar cuenta de que somos mucho más que nuestra personalidad. Vamos a descubrir que tenemos muchas más cualidades que las que solemos utilizar y con las que estamos tan familiarizados. La presencia es tomar conciencia de nuestra verdadera naturaleza y descubrir la mejor versión de nosotros mismos.
Y cuando estoy en el momento presente conmigo, también estoy presente contigo. Me relaciono contigo como eres, no como la persona que creo que eres y no como la persona que quiero que seas. Te acepto como eres sin presunción ni juicio. ¿No es eso de lo trata una verdadera relación?