SIN-TIEMPO

Dicen que el tiempo lo es todo. Que es el tesoro más preciado que tiene el hombre.

¿Pero qué sucede cuando él se nos escapa de los poros? ¿Cuándo él huye y nos deja en un estado de privación total?

¿No es acaso que en esos extractos de existencia nos sentimos más reales y llenos de vida?

Sí, es en esos momentos sin-tiempo donde nos sentimos plenos y más vivos; donde todo lo que habita dentro de nosotros fluye naturalmente y logra salir para expresar quienes somos en realidad. Todo deja de ser y sólo existimos para sentir y percibir cada respiración que aflora desde nosotros; sólo existimos para entender cada sensación que es provocada en nuestra piel, creando mundos inmersos en sueños y suspiros hechos de placer.

¿Es acaso que el tiempo sólo nos aprisiona y no nos deja navegar en la realidad? ¿Es posible que el tiempo sólo sea una burda invención de nosotros mismos para limitarnos y no permitirnos ser?

Pues es en esos momentos sin-tiempo donde todo tiene sentido, donde el amor es más que libre, es donde puedes convertirte de un plural a un singular con sólo una caricia, y es cuando cada sentimiento puede ser sin la necesidad de pensar en la sombra de nuestros miedos. Es cuando el arte nace de ese beso entre lo terrenal y lo espiritual, es cuando cada pregunta muere para dar paso a una respuesta trascendental. Es allí, cuando él deja de existir, y nosotros realmente existimos y somos más de lo que nos imaginamos ser.

Dicen que el tiempo lo es todo, pero en realidad, sentirnos sin-tiempo es el Todo que muchos necesitamos para vivir, y sentirnos vivos en verdad.