Slow fashion vs Fast fashion: Principales diferencias
Aprovechando el ‘’boom’’ generado hace un tiempo atrás con el desarrollo sostenible en el mundo de la moda, quiero dejar una reflexión sobre las diferencias entre slow fashion y el fast fashion.
La moda slow fashion aparece como respuesta a los problemas generados por la moda rápida, planteando un consumo responsable a través de una fabricación bajo demanda o prendas exclusivas y únicas, diseñando de manera circular con el fin de minimizar el impacto medioambiental y el uso excesivo de los recursos naturales.
Es una manera más consciente y pensada de hacer moda, mucho más amigable con el medio ambiente y con quienes trabajan. Así, propone un nuevo modelo de producción basado en adquirir materiales de gran calidad y con un alto porcentaje de fibras orgánicas y por ende, durabilidad en las prendas.
La moda lenta fomenta la creatividad e invita a través de sus diseños a contemplar cada pieza creada, y valorar las manos de quienes lo crean. Se trata de un modelo que conecta conscientemente con la comunidad y con el entorno que la rodea, desacelera la necesidad de consumir desenfrenadamente, encontrando la belleza en cada material utilizado.
Al contrario que el slow fashion, la moda rápida se basa en la producción masiva y desenfrenada. Es un modelo que produce a gran escala y en muy poco tiempo. Esta modalidad incentiva el consumo excesivo mediante el recambio constante de las prendas en las tiendas, y con productos de bajos costos.
En muchas ocasiones, se plagian colecciones de grandes pasarelas, y cada prenda diseñada parte de un modelo lineal: las prendas se producen, pasan a los consumidores que las compran, las usan y desechan con facilidad.
La razón de la moda rápida es la sobreproducción y el hiper-consumo, de bajo costo y baja calidad, sin medir los daños ambientales y las consecuencias humanas que cada confección deja en el camino.
En la actualidad, es un hecho que nadie pone en cuestión la idea de que la moda debe seguir el camino de la sustentabilidad, pero hasta hace unos años no era así. La industria de la moda es la segunda más contaminante del mundo y, esto tiene que ver con el modelo de producción actual que domina el mercado, que aunque ha ido decayendo, la criticada moda rápida (o fast fashion) sigue encabezando el sector.
A esto se le añade la caída de los precios de la ropa en los últimos años, que nos ha permitido comprar cada vez más ropa y llenar nuestro fondo de armario con prendas que ni siquiera nos acordamos de qué teníamos. Tenemos cinco veces más ropa que nuestros padres, o abuelos. Esto a priori puede parecer genial e incluso divertido, hasta que descubrimos la razón social que hay detrás de esta tendencia.
De hecho, debido a la continua reducción de los costos de producción, esta acumulación continua de ropa barata es posible. A su vez, esto tiene graves consecuencias para nuestra salud, nuestro planeta y la vida de los trabajadores textiles.
La moda alberga un mundo cambiante, y cambiar la mentalidad a la hora de comprar y apostar por un consumo responsable y ético, puede resultar un proceso difícil. Pero debemos ser conscientes de que la industria de la moda se enfrenta a un cambio inminente, tanto en el presente como en el futuro.
Nadie sabe lo que esta por venir, lo que sí sabemos es el ahora, y nuestro estilo de vida es el que marcará la diferencia de sociedades futuras.