Sobre el Amor...

El Amor     (primera parte)

Porque es imposible concebir que siendo un sentimiento extraño o contrario a la naturaleza humana o un puro capricho, no se cansen de pintarlo los poetas, ni la humanidad de acogerlo con una simpatía inquebrantable, puesto que sin verdad no hay arte cabal.

Por otra parte, la experiencia general, aunque no se renueva todos los días, prueba que bajo el imperio de ciertas circunstancias, una inclinación viva y aun gobernable puede crecer y superar por su violencia a todas las demás pasiones, echar a un lado todas las consideraciones, vencer todos los obstáculos con una fuerza y una perseverancia increíbles, hasta el punto de arriesgar sin vacilación la vida por satisfacer su deseo, y hasta perderla si ese deseo es sin esperanza.

En cuanto a mí, nunca he comprendido como dos seres que se aman y creen hallar en ese amor la felicidad suprema, no prefieren romper violentamente con todas las convenciones sociales y sufrir todo género de vergüenzas, antes que abandonar la vida, renunciando a una ventura más allá de la cual no imaginan que existan otras. En cuanto a los grados inferiores, los ligeros ataques de esa pasión, todo el mundo los tiene a diario ante su vista, y por muy joven que sea uno, la mayor parte del tiempo los tiene también en el corazón. Por tanto, no es lícito dudar de la realidad del amor ni de su importancia.

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EL AMOR (segunda parte)

No tengo que servirme de los antiguos o modernos libros, no tengo que basarme en tal o cual filósofo, lo único que tengo que hacer es observar la vida exterior, y es por eso que me ocupo de este asunto, pues hace parte de mis mayores consideraciones con respecto a la humanidad.

Cualquier demostración cariñosa, por leve que pueda ser, se zambulle en el mar natural de los sexos, y al fin de cuentas no es nada más que el instinto inconsciente que acostumbra a dominarnos.

Desde esta óptica se ve el papel que representa el amor en todos sus grados y en todas sus formas, no solo en el cine o el teatro o la televisión, sino también en el mundo real, en el que junto al instinto de conservación, y tal vez por el mismo, es el más poderoso y terrible de nuestros instinto

Si se piensa que ocupa la parte más fuerte de la parte más joven, y no tanto, de la humanidad, y que es el fin de casi todo el esfuerzo humano. Que ,además, tiene una influencia perturbadora sobre los más importantes negocios, que interrumpe a todas horas las ocupaciones más serias, que a veces hace cometer estupideces a los grandes genios, que no tiene escrúpulos de meter sus frivolidades a través de las negociaciones diplomáticas y las investigaciones de los sabios. Que se da maña para deslizar sus dulces esquelas y sus mechoncitos de cabellos hasta en las carteras de los ministros y los escritos de los filósofos.

Además es a diario promotor de los asuntos más malos y que rompe las relaciones más preciosas, quiebra los vínculos más sólidos y elije por victimas a la vida, la salud, la riqueza, atinge todas las clases sociales y que hace del hombre honrado un nombre sin honor (alguien dijo “Tango”?), del fiel el traidor y que parece ser como un demonio que se esfuerza en trastornarlo toso, embrollando todo y destruirlo todo, entonces nos preguntamos (con cara de tontos): ¿ Porque tanto ruido? ¿Por qué esos esfuerzos, esos arrebatos, esas ansiedades y esa miseria?.

 

Schopenhauer

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