Sobre el construír “a medida”
“Una casa es como un traje. Los mejores son a medida.”
Glenn Murcutt
Uno de los desafíos más grandes en donde un arquitecto debe poner en juego lo aprendido, es en el proyectar.
Diseñar, pero sobre todo para alguien en particular, es siempre algo complejo. Se ponen en juego varios participantes. Nuestra capacidad de hacer funcionar una máquina (la máquina de habitar como llamaba Le Corbusier a la vivienda) que conjugue funcionalidad, estética, innovación espacial y adecuación a los requerimientos de quién habitará y utilizará esos espacios.
Al citar la frase de Murcutt, ponemos en jaque la idea de hacer algo “a medida”. Si nos ponemos a comparar con otros rubros, todo lo que es a medida es siempre lo que se adapta a lo que necesitamos. Por eso el arte de proyectar es complejo y requiere de todas nuestras habilidades y estrategias para que actúen en conjunto.
Cuando como arquitectos tenemos ante nosotros este reto, en donde el cliente nos explica cuáles son sus deseos y sus necesidades a cubrir, junto a sus modos de habitar, no sólo debemos tener esto en cuenta, sino también lo que sucederá a futuro, y cómo este objeto tendrá la capacidad de mutar, acompañando los cambios de quién lo habita.
Es imposible creer que una casa permanerá con su mismo uso desde un inicio. Si hay algo que los seres humanos no somos, es ser inmutables. Desde que nacemos, vamos cambiando y adaptándonos al mundo, por ende nuestro refugio habitable debería ser igual.
El desafío está en que nosotros como profesionales, también nos adaptemos a los cambios que van apareciendo y sepamos involucrarnos lo suficiente para poder lograr el objetivo de que una casa se convierta en hogar.