Sobre la temporada en la que viví en Niger
Si me conoces sabes que soy una persona en constante búsqueda de retos y desafíos personales. Es así que me enrolé como voluntario en la Cruz Roja, un camino largo y gratificante que me llevó hasta Niger, en áfrica por el 2010.
Si pudiera resumir esa etapa yo diría que:
Todo esto y más por ser parte del cambio, déjame contarte un poco más sobre esta aventura:
Luchando contra la Desnutrición
Dirigí proyectos enfocados en educación, salud y seguridad alimentaria, fue una carrera desesperante ya que 80% de la población estaba amenazada por el hambre.
Luchábamos contra la desnutrición, no lo conseguí. Tratamos de recuperar al mayor número de niños malnutridos con malaria y demás para que volvieran a la normalidad. Recuerdo también que llevábamos a los niños huérfanos o sin posibilidades a las escuelas creadas por la Cruz Roja ya que la educación regular era pésima.
Una realidad difícil de aceptar fue cómo los padres y madres estaban acostumbrados a convivir con la idea de perder un hijo o una hija, cuando en el mundo occidentalizado es una tragedia. Según Ibrahim, la seguridad es un concepto del mundo moderno que en su contexto carecía de significado.
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Rompiendo Barreras Culturales y algunas reglas
Era la época del Ramadan, imagínate que yo me encontraba en Níger donde el 97% son musulmanes y mis colegas tenían el paradigma de que en Europa todos eramos católicos y muy devotos. Entonces me desafiaban y hacían bromas sobre cómo nunca iría rezar con ellos, hasta que les dije que sí.
Ten en cuenta que en esta misión solo podía viajar entre ciertos puntos en avión para evitar secuestros o emboscadas. Cada noche dormía con la mochila hecha y el pasaporte encima de la mesa, los protocolos de seguridad incluso exigían que cada salida al campo pasemos check-points y monitoreo constante. Mis movimientos eran de casa al trabajo y del trabajo a casa, tenía prohibido conducir y un guardia vigilaba la casa en la que estaba alojado.
Fue entonces algunos colegas compraron un bubu (traje con el que van a rezar), me enseñaron los pasos reglamentarios como: lavarse los dientes, las orejas, la boca, las posiciones, en qué momento se levantaban, cuando se agachaban, todo en árabe o en housa (su lengua que llegué a hablar muy básicamente).
Hasta que llegó el día en el que logré ingresar a una mezquita y rezar junto a 3000 devotos, te confieso que me salté todas las normas de seguridad que debía cumplir, me arriesgué porque quería ser parte de ese momento tan importante para mis colegas.
Es verdad que, por la situación que se vivía en ese entonces, podrían haberme secuestrado o peor, pero me presenté con mucho respeto y las personas que sabían de mis movimientos me protegieron. Tuve suerte.
Pedro Mateos hoy en día
Diría que mis experiencias en la Cruz Roja contribuyeron a encender en mí esta vocación por ser parte del cambio y poner mis talentos y conocimiento al servicio de la sociedad.
Hoy en día no estoy haciendo trabajo de campo, sin embargo trabajo desde un nivel más alto, aquel que puede financiar grandes iniciativas.
Uno de mis propósitos es deslocalizar y democratizar la innovación a través de mis redes y contactos. Soy aquella persona que puede conectar a las grandes empresas con innovadores cuyos proyectos pueden solucionar problemas trascendentales. Y seguiré viviendo y actuando acorde a mi propósito de vida.
El viaje no ha terminado, solo ha tomado una nueva forma. Y en cada paso, sigo impulsado por el deseo de marcar una diferencia significativa en el mundo y espero motivarte a hacerlo también.
Comunicación corporativa, docente universitario
6 mesesPedro José, te felicito. Gracias por compartir tu experiencia y aprendizajes haciendo voluntariado. Te envío muchos abrazos!
Gerente de Comunicación Corporativa de Repsol Perú
6 mesesQué buena historia y qué buenos aprendizajes, Pedro Jose Mateos Felipe.