¿Solidaridad interesada o desinteresada?

¿Solidaridad interesada o desinteresada?

 ¡Qué momentos más complicados nos está tocando vivir!

 Los más privilegiados empiezan a enfocarse en el medio plazo para afrontar con garantías la post-pandemia e incluso prepararse para la siguiente.

 La mayoría de la población mundial se enfrenta día a día a preocupaciones vitales.

 Aunque en roles muy distintos, creo que todos tenemos la misma responsabilidad, que no es otra que buscar la mejor respuesta a una pregunta más o menos parecida a esta:

¿Qué puedo hacer para afrontar de la mejor forma posible esta situación?

Parece evidente que la respuesta será distinta desde nuestros distintos roles, como individuos, miembros de una familia, de una empresa o de una comunidad más o menos amplia y algunos, nuestros responsable políticos, con una necesaria visión más global y que contribuya a salvar todas las vidas posibles, proteger la salud de todos y tomar decisiones económicas y sociales para amortiguar el impacto económico a corto, medio y largo plazo para poder afrontar con mejores perspectivas el día después.

Esta crisis nos pone a todos a prueba y todos tendremos la oportunidad de evaluar cual ha sido nuestra contribución, otra vez, como individuos, padres, hijos, amigos, empleados, empresarios, políticos…

Escuchamos o vivimos en nuestra propia existencia la aprobación de un ERTE, las peticiones de los países del sur y las negativas de los del norte, las llamadas a priorizar salud versus economía o al revés, conflictos familiares que en los casos más extremos se traducen en violencia de género…

 No todos tenemos las misma capacidades para afrontar algo así. Nuestro rol social, situación económica, formación, cultura, personalidad, Etc.  proporcionarán una gestión de prioridades tan dispar como expresiones faciales existen en el mundo.

Aunque tengo dudas fundadas sobre la memoria planetaria, algunos pensamos que esta crisis consolidará la concienciación social global redefiniendo algunas prioridades y que, como mínimo, nunca más dudaremos de la importancia de nuestro sistema sanitario y de proteger la salud de nuestro frágil planeta. En esto coincidiremos casi todos.

En este contexto y bajando a un nivel más “micro” el empresario deberá valorar cual es su respuesta inmediata a esta crisis y en este contexto debería solidarizarse con su equipo, de forma desinteresada e incluso por interés.

Los empresarios que demuestren a su equipo y entorno su faceta más solidaria se encontrarán con el premio de la motivación y el compromiso interno o el agradecimiento social que tarde o temprano se traducirá en ventas y rentabilidad.

Mi trabajo como consultor de marketing y ventas de diferentes empresas industriales me permite observar distintas realidades corporativas y apreciar, ya antes de esta crisis las consecuencias de comportamientos más o menos empáticos y confirmar que el compromiso y la solidaridad se correlaciona con fidelización, motivación y rentabilidad, a veces, incluso a corto plazo y siempre a medio y largo.

La responsabilidad social corporativa llegó para instalarse y premiar a las PYMES y Multinacionales que la practican de forma convencida, empezando por su equipo y sus familias, clientes y proveedores, comunidades y entorno medioambiental.

Cuando decidimos si solicitar o no un ERTE, aplazar un pago o mantener o reducir la inversión en protección de nuestro medioambiente pensemos, cada uno según su margen de maniobra, en el corto plazo sin olvidarnos del medio.

A nivel más macroeconómico, y lejos de valorar en este punto responsabilidades pasadas, en Europa los políticos del Norte pueden privar al Sur de la necesaria solidaridad pero de esta forma, quizás, estarán dinamitando sus mercados más cercanos y la necesaria demanda futura para que sus economías recuperen la normalidad lo antes posible.

Acción, reacción…

¿Solidaridad desinteresada o interesada?

Unas horas antes de una de las reuniones más importantes que se han celebrado en Europa, confío en que la primera de estas dos opciones se imponga a la segunda, será una garantía inequívoca que nuestro futuro se impondrá con optimismo a algunos de los errores, no el único, que nos han conducido a nuestra realidad.

Toni Pinar