Steven Bochco no estaba en el plan de medios.
La muerte de Steven Bochco es más relevante para la cultura actual que todas las charlas TED que un ser humano pueda ver en su vida.
Es más importante su capital simbólico que el de muchas grandes marcas construidas en el entorno digital porque Steven Bochco creo las bases de un nuevo modelo narrativo; la realidad televisiva contada desde una ficción (aka las series de verdad). Un producto que lidera la industria del entretenimiento 40 años de Canción Triste de Hill Street.
Las marcas pasan, se fusionan, mutan, hacen que su ADN se divida o se alimente de nuevos flujos ideológicos, pero las figuras culturales trascendentes construyen realidades a base de poner en el imaginario de cada uno espejos deformados. Es ahí donde Steven Bochco o David Bowie por ejemplo, son invencibles. David Bowie no se consumía como el refresco que se bebe o el coche que es conducido. Este tipo de conceptos culturales trascendentes se asimilan, no se usan.
La simbología de los iconos culturales está construida como la personalidad de los demonios o de los fantasmas, cada uno los imagina como quiere o como puede y desde ese punto comienzan a crecer unas derivaciones identitarias imparables.
Steven Bochco podría llevar muerto 20 años. Daría igual porque su visión del mundo, su idea ya no le pertenecía desde hacia muchos año, había pasado a domino público, a gestión individual. Desde que alguien pasa varias generaciones en paredes de habitaciones de adolescentes en todo el mundo o en referencias en el trabajo de otro ya no es un ser vivo, ya no es mortal.
Un poster de Nike es poderoso e inspira pero un poster de Michael Jordan hace creer al que lo mira o al que lo cuelga que es un demiurgo, que es parte de la cadena creativa que hace más eterno lo ya eterno. Y luego viene la admiración o el espejo del otro, pero primero está el sentimiento inherente de construir con la mente.
La cultura es más poderosa que cualquier otra forma de relacionarse porque es la única de ellas indestructible.
Garcia Márquez se vinculó con revoluciones rotas o con otras causas no del gusto de todo el mundo y siguió siendo el narrador de los soñadores. Maradona se fue pudriendo durante años pero aún se le puede ver patinando imparable en azul y blanco sobre verde , los Rolling Stones están ancianos pero ocupan conversaciones como si se hablara de Batman o de Spotify. Bob Dylan es huraño y extraño, pero cuando alguien quiere empezar a ser adulto compra un disco suyo, si es que aún se venden discos, para no escucharlo.
Un marca no debe aspirar a icono cultural porque salvo excepciones no ha sido generada primero y construida después, por un sistema de mentes universal y espontáneo, pero puede ayudar a éstos a hacerse oír, a llegar a más paredes de habitaciones o a más conversaciones en coches que vuelven de trabajar. En definitiva, ayudar a lograr a construir nuevos escenarios culturales trascendentes.
Amaba a ese tipo