¿Sufrimiento laboral? ¡Basta ya!

¿Sufrimiento laboral? ¡Basta ya!

Lo confieso: he sufrido mucho —pero muuuucho— como empleado en los ambientes corporativos, antes de ser consultor y coach/mentor. Aunque aprendí hace años que ‘el dolor es biológico y el sufrimiento opcional’, jamás pude optar, lo he pasado fatal en muchas ocasiones.

Pese a que no pretendo más que una crónica breve, me gustaría contar que estas vivencias me llevaron a reflexionar, indagar, probar —sin descanso— entre los mejores métodos para garantizar un mínimo de bienestar para la gente, medidas de higiene mental que promovieran hábitats de trabajo más sanos, de menor estrés y mayor satisfacción, que preservaran la salud mental de los colaboradores y no fueran meras acciones de cara a la galería.

Por el camino, muchas experiencias (algunas fallidas) y, como corolario, un aprendizaje tan vasto como variado. Trabajar en RR.HH. primero, consultoría luego, y el executive coaching finalmente como instrumento para hilar fino en ese brocado de innumerables hilos que es la empresa, operando de forma individual ante los retos múltiples, junto a una mayor perspectiva de impacto global del cliente; es decir, no se trataba solo de que el directivo enfrentara sus desafíos y de componer una estrategia con buenos (o grandes) resultados, sino que lo hiciera con mayor conciencia, una orientación humanista, responsable, con corazón, y sin dudas, más sabia. Y por supuesto, disminuyendo el sufrimiento y potenciando una mayor satisfacción como eje transversal al proceso. Mas no era suficiente.

El directivo trabajado —cada uno de mis clientes— advertía de que no podía él solo contra todo un sistema avasallante, que sus tímidas iniciativas para modificar dinámicas perjudiciales, cuando no perversas, no podían oponer resistencia a una cultura organizacional que se llevaba todo por delante. He visto llorar a altos cargos, he escuchado amargas confesiones y hasta lamentos que conducían hacia un camino sin retorno. Todos ellos, impotentes ante la realidad corporativa, terminaban por ceder parte de su poder, renunciar a sueños más grandes, callar sus angustias, soportar. Mi ínfimo grano de arena contribuía a reducir estas sensaciones y a permitirles reconocer lo bueno, a tener una visión ajena, a ampliar su perspectiva. Era un buen comienzo.

Más tarde comenzó a popularizarse el coaching grupal, el de equipos. Un poco por motivos económicos, otro como simple consecuencia del éxito del individual, ¡ahora se podían trabajar en conjunto! herramientas que permitieran apalancar las diferencias de sus integrantes y reflexionar como grupo humano acerca de objetivos individuales y subordinados a la organización. Otra vez, mi pequeña contribución se orientaba a extender los beneficios de disminuir el sufrimiento corporativo de un puñado de personas a través de expandir la conciencia grupal del equipo. Sí, había experiencias interesantes, efectos multiplicadores y cierta economía de escalapero algo me seguía chirriando.

Porque luego de estas experiencias, siempre me sobrevenía un interrogante: ¿Y qué pasaba con los colaboradores que no accedían a estos recursos? Y otra inquietud añadida: si a mandos medios y altos con los que trabajaba les veía sufrir en mayor o menor medida, ¿qué pasaba con el resto que no accedía a herramienta alguna? Sí, lo sé, un poco como el célebre dibujo que sigue:

Todo ello me hizo percibir a las organizaciones como entes vivos, organismos que desarrollan anticuerpos según qué virus, bacterias o agentes patógenos les ataquen, pero sin trabajar de manera mancomunada, casi como si cada órgano tuviera que desplegar sus propias defensas. Para colmo, esas cepas mutan y se vuelven más mortíferas, lo que exige una respuesta sólida, más fuerte y unificada del sistema inmunitario organizacional, sin distinción. ¿O acaso imagináis que nuestro cuerpo no reaccionara ante una infección porque eso depende del hígado, y ya se apañará? Suena ridículo, tanto como la realidad corporativa que nos toca vivir día tras día.

Al fin, este análisis sistémico, imprescindible, vislumbraba la necesidad de ayuda para todo ese pobre sistema inmunológico, una vacuna total, una inyección de vitalidad, la inoculación de ‘compuestos naturales’ que reforzaran su función y predijeran una mejor salud general. Era simple: no había integración.

Pues bien, el antídoto ya está listo: es el bienestar laboral como estrategia global de las empresas. No es una frase bonita, no es un eslogan publicitario, no es el nuevo mantra de la consultoría organizacional. Es una actitud decidida, es una apuesta segura, es un claro avance hacia mayor rentabilidad por alto compromiso y desempeños sublimes, es un seguro de supervivencia empresaria al retener e incentivar talento.

Ver artículo:

Qué hacer para que no digan más 'este maldito trabajo'...



¿Qué es caro, que ese no es el camino, que implica muchas dificultades, que no se puede? En absoluto, al contrario, es un cambio posible y relativamente simple, da respuesta a una necesidad imperiosa para miles de trabajadores y constituye una solución que democratiza la posibilidad de brindar satisfacción en las organizaciones. Van aquí unas pequeñas muestras:

  • Una compañía reparte a sus miembros, cada cierto tiempo, un ‘kit de supervivencia’, que consiste en una barra de chocolate, una pelota de goma y un mensaje de ánimo. ¿Resultados? Una mayor unión del equipo de trabajo ante dificultades, y más sinergia.
  • Una empresa de transporte envía a sus choferes un CD con noticias de la empresa y la industria, música variada, saludos personalizados. La rotación se redujo un 40%.
  • Una Pyme imprime un juego de tarjetas de presentación para cada nuevo empleado, no importa el rango o cargo, todos tienen su juego de tarjetas. Son 200 de plantilla y el coste total son unos 1.800€. La mayoría se siente reconocida por su trabajo.
  • Una corporación que exige a muchos empleados hacer horas extras envía a la casa de éstos órdenes para cenas gratuitas para dos personas y una nota de agradecimiento. La tase de conflictos familiares se ha reducido casi a o% y ha reforzado el lazo de pertenencia.

Hay millares de ejemplos, y no se trata, en muchísimas ocasiones, de onerosas inversiones ni rituales complicados, sino de un espíritu abierto a hallar soluciones innovadoras, de bajo coste y alto impacto emocional. Cuando todo el mundo importa y sabe que importa, tiene esas ganas de brindar toda su energía, creatividad y fidelidad. Todos queremos lo mismo: que se nos integre, que se nos escuche, que se nos respete, que se nos involucre, que se nos valore. ¿Consecuencias? Satisfacción en cualquier parte de la cadena de valor hacia el cliente. ¿Hace falta enfatizar lo que eso significa para los resultados de cualquier compañía?


«El nivel de servicio más alto que se puede alcanzar proviene del corazón. Por tanto, la empresa que llegue al corazón de sus empleados podrá prestar un servicio excepcional». (Hal Rosenbluth)


Pablo Manzanero

Ingeniero Técnico Aeronáutico. Experto en mediciones de gas natural y SAP ISU. Pasión por la aeronáutica y la tecnología

8 años

Muchos directivos se plantean y proponen a sus empleados cómo motivarlos para trabajar más contentos. Creo que la respuesta es bastante fácil siguiendo lo que dices en el artículo. Pero cuesta mucho ponerlo en marcha. Cuando en los resultados de las encuestas, machaconamente se muestra la desmotivación y la falta de integración, hay que tomar acción o el equipo se destruye y los trabajadores también. Lo fácil es deshacerse de los empleados conflictivos cuando, tal vez, son los directivos los responsables.

No quisiera ser "aguafiestas" pero mi impresión es que el sufrimiento y el malestar actualmente muy difuso en las empresas se debe al grado de incertidumbre laboral, despidos y bajos salarios que se traducen en una situación de estrés y presión psicológica que difícilmente se puede resolver con "estamos todos en el mismo barco". Es verdad que algún paliativo puede mejorar "algo" el ambiente laboral, pero actualmente, lo que de verdad incide en le bienestar de los trabajadores es sentirse más seguros (contratos memos precarios) y "más pasta".

Reinol Farres R.

Sales Director at Wombbat

8 años

Excelente publicación. Por suerte muchas CIA's se están actualizando y adaptando a la nueva tendencia de protección y mimo al equipo que las mantiene siendo Grandes Compañias.

ELEGAS ENERGIA

asesoramiento energético y energía verde

8 años

Diriamos sobre todo que somos personas. Y una persona no sólo es un jornalero sino un pade o madre que se ha puesto sus mejores galas para ir a trabajar para poder ganarse el sued o pan para sus hijos. Pero también hay personas que por situaciones lamentables de su vida o genética hacen del trabajo un suplicio . Sin embargo como todo ser viviente merece el respeto y amor que podamos brindar. Pero en cuanto a la vista de un empresario pondría el siguiente mensaje “Dame un empleado del montón pero con una meta y yo te daré un hombre que haga historia. Dame un hombre excepcional que no tenga metas y yo te daré un empleado del montón.”...solo espero que mis empleados tengan metas diarias, porque eso los mantenda vivos no sólo en mi empresa sino con sus familias.

Estrella Martín Gallego

Delegada comercial en CTS España

8 años

Mariano, me ha encantado todas y cada una de tus palabras. Lo que más me ha impactado ha sido la fotografía que has publicado, porque es la cruda realidad. Muchas gracias por compartirlo con todos nosotros!!!! Un abrazo

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