Suscripciones, tramos… y spam
IMAGE: Richard Duijnstee - Pixabay

Suscripciones, tramos… y spam

Elon Musk confirma sus intenciones de convertir la antigua Twitter, ahora X, en un complejo entramado de suscripciones con varios tramos en función de los intereses del usuario, además de un pequeño pago en concepto de demostración de que el usuario no es una cuenta automatizada o bot destinada a hacer spam.

Según el propietario de la compañía, la idea es lanzar dos nuevos tramos de suscripción, uno por debajo de los actuales ocho dólares mensuales de X Premium, con todas las prestaciones pero con anuncios, y otro más caro, pero carente de publicidad. Igualmente, la compañía pretende que sus usuarios paguen una pequeña cantidad, un dólar al año, que les permitirá llevar a cabo todas las acciones habituales, desde publicar contenido a dar «me gusta», volver a publicar, responder, marcar o citar publicaciones, mientras que los usuarios que no paguen esa cantidad obtendrán una cuenta de solo lectura que tan solo les servirá para ver publicaciones y seguir cuentas. Este esquema, que lleva ya unos días en pruebas en Nueva Zelanda y Filipinas, forma parte del plan de la compañía para reducir el número de cuentas falsas creadas en bot factories, y reducir con ello una parte de la actividad no genuina.

Además, la compañía paga a los creadores de contenido que estén dados de alta en su servicio premium en función de la popularidad de sus actualizaciones y de los ingresos que generen en anuncios o en suscripciones asociados con ellas, algo que ya comenzó a hacer hace algunos meses en mercados seleccionados.

La gran pregunta, por supuesto, es hasta qué punto exigir un pago por suscripción detendrá a las factorías de bots dedicadas al spam y la manipulación. Una de las personas que, por experiencia propia, más conoce sobre este problema, el creador de WordPress y de su muy exitosa extensión Akismet, Matt Mullenweg, acaba de publicar una breve nota al respecto en la que afirma que aunque parece una buena idea y definitivamente introduce una «prueba de trabajo» que no estaba presente hasta el momento, la historia de la web parece afirmar que este tipo de desincentivos no son suficientes para evitar el spam. Según Mullenweg, el incentivo de poder manipular una red como X es tan elevado, que es esperable que quienes quieran hacerlo inviertan cantidades de dinero para ello, como ocurre con otras variaciones del spam en las que los que las llevan a cabo adquieren, por ejemplo, nombres de dominio que conllevan un coste más elevado que un dólar anual, y simplemente esperan que los ingresos que obtengan de su actividad sean suficientes como para compensarlo. De hecho, el spam es, como tal, una industria millonaria en la que, obviamente, se llevan a cabo inversiones de capital significativas.

En el caso de la actividad no genuina destinada ya no a estafar o robar a otros usuarios, sino a cuestiones como la manipulación electoral, el beneficio potencial obtenido derivado de, por ejemplo, cambiar un gobierno en un país o desestabilizarlo puede llegar a ser tan elevado que compense con mucho la necesidad de crear fábricas de bots generando cuentas por las que haya que pagar tan solo un dólar al año.

Mi impresión tiende a estar de acuerdo con Matt Mullenweg, que cuenta entre sus méritos el haber logrado prácticamente erradicar el spam en páginas creadas con WordPress. A día de hoy, Akismet gestiona tan bien el spam, que resulta completamente inusual que los spammers consigan su propósito de colar comentarios en hilos de conversación genuinos: simplemente hay que entrar periódicamente, eliminarlos y comprobar que no hay falsos positivos, que también son extremadamente inusuales.

La experiencia podría servir como demostración de que quien quiere eliminar el spam y la actividad no genuina a largo plazo de un servicio tiene que basarse en el análisis del comportamiento y el contenido, y mantener para ello una operativa de confianza y seguridad sofisticada y con excelentes ingenieros capaces de actualizar constantemente las heurísticas y los indicadores.

Mi experiencia personal luchando con bots en X es muy clara: a los ojos de una persona con un mínimo de criterio y capacidad intelectual, esos bots son profundamente obvios hasta el punto de rayar en el patetismo, lo que implica que la automatización de ese reconocimiento, etiquetado y eliminación mediante la rescisión ya no de la cuenta, sino de toda o de gran parte de las redes de las que forman parte es relativamente sencilla. Otras metodologías, como la que pongo en práctica actualmente de evitar que los bots repliquen de manera automatizada a mis actualizaciones manteniéndolas como exclusivas para las cuentas que yo sigo durante unos minutos, funcionan también (de hecho, he logrado aniquilar completamente la actividad de esos bots en mi cuenta en X desde que empecé a hacerlo), aunque tienen la desventaja de poder, eventualmente, perjudicar la frescura de la conversación.

Musk, por su parte, insiste en que el pequeño pago por utilizar Twitter no se corresponde con la idea de ser un generador de ingresos, sino de reducir el spam y la manipulación en su plataforma. La pregunta, por tanto, es… ¿de verdad servirá algo así para ello, o tendrá que añadir otras iniciativas? Y si tiene que, en efecto, terminar reclutando ingenieros y expertise para luchar contra ello – algo en lo que, no lo olvidemos, la anterior Twitter demostró su más absoluta incompetencia – ¿vale la pena la posible fuga de usuarios que previsiblemente tendrá en cuanto implante de manera generalizada un pago, por pequeño que sea, que proporcione acceso a algo más que leer en su red?


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