¿Susto, inicio de corrección o cambio de tendencia)

Finalmente, y tras un enero excepcional para las bolsas occidentales, pasó lo que tenía que pasar: llegó la “tan esperada” corrección a los mercados. En nuestra opinión, estamos asistiendo a una toma de beneficios algo pronunciada, producto del elevado nivel de sobrecompra alcanzado por muchos valores y por las importantes plusvalías latentes que mantienen muchos inversores en sus carteras, plusvalías que han venido acumulando desde hace muchos meses. Es por ello que no consideramos que estamos ante un cambio de tendencia de las bolsas, por lo que descartamos, de momento, el inicio de un mercado bajista, algo que entendemos no se producirá hasta que no se vislumbre una nueva recesión económica, escenario que descartamos por ahora.

Fuente: FactSet; Link Securities

El detonante de este movimiento, detonante que podemos calificar como de principal “excusa” que ha llevado a los inversores a deshacer posiciones en renta variable en los últimos días, también es algo que se veía venir. La inflación comienza a “asomar la patita” en las economías desarrolladas, tras años en los que se había mantenido a niveles históricamente bajos amenazando incluso en tornarse en deflación. Así, mientras que estos indicios del repunte de los precios son menos evidentes en la Zona Euro, donde la tasa de crecimiento interanual tanto el IPC como de su subyacente siguen lejos del objetivo establecido por el BCE de cerca del 2% -se comienzan, no obstante, a observar algunas tensiones en la cadena de producción, consecuencia de la elevada proporción de la capacidad productiva que se está utilizando en países como Alemania y del incremento del precio de las materias primas minerales y del crudo en los últimos 12 meses-, en EEUU los indicios son algo más evidentes, y, como se pudo comprobar el viernes, están empezando a aparecer a nivel salarial, producto de la fortaleza del mercado laboral, que está propiciando que las empresas comiencen a tener problemas a la hora de encontrar personal cualificado. En esta economía la debilidad del dólar también es un importante factor inflacionista, al ser un país netamente importador de bienes y servicios.


Este “temor” porque la inflación reaparezca antes de lo esperado ha provocado que desde hace unas semanas los mercados de bonos se hayan tensionado, provocando el repunte de las rentabilidades de estos activos y, por tanto, encareciendo la financiación de países y empresas. La lectura que han hecho los inversores de este nuevo escenario es sencilla: la mayor inflación forzará a los bancos centrales a anticipar la retirada de estímulos monetarios, lo que penalizará la liquidez y aumentará los costes de financiación, algo que tiene un impacto directo en las cuentas de resultados de muchas compañías, sobre todo en las financieramente más apalancadas, e indirecto en sus valoraciones, al aumentar la tasa de interés sin riesgo utilizada por los analistas para descontar los futuros flujos de caja de las compañías. Además, si los tipos de interés de los bonos a largo plazo siguen subiendo se convertirán en una “alternativa” más segura y atractiva que la renta variable para muchos inversores conservadores, que se han visto forzados en los últimos años a asumir más riesgo comprando bolsa para poder rentabilizar sus ahorros. Los inversores, temen igualmente, que los bancos centrales, en un escenario de incremento acelerado de la inflación, se vean forzados a subir tipos a un ritmo mayor del esperado, llegando hasta el punto de provocar por sí mismos una recesión. Este escenario, que no es 100% descartable, lo vemos de momento poco probable ya que entendemos que los bancos centrales deben haber aprendido de pasadas experiencias y preferirán convivir con una inflación algo por encima de sus objetivos que paralizar la economía con rápidas subidas de sus tasas de interés de referencia.


A corto plazo es complicado saber si la corrección puede continuar –técnicamente el aspecto se ha complicado mucho-, llegando incluso a alcanzar caídas superiores al 10% -momento en el que técnicamente se considera que el precio de un activo ha entrado en fase correctiva-. De momento, y como mostramos en el cuadro adjunto, los principales índices bursátiles europeos y estadounidenses han cedido gran parte o todas las ganancias acumuladas desde comienzos de ejercicio. Tampoco sabemos si finalmente la ahora “tan temida” inflación se va a disparar al alza en los próximos meses o, por el contrario, va a repuntar paulatinamente, escenario por el que apostamos. Lo que sí es evidente es que esta variable ha reaparecido cuando el crecimiento económico mundial se ha fortalecido, con casi todas las economías, desarrolladas y en vías de desarrollo expandiéndose al unísono, de forma sincronizada, algo que a medio plazo no puede sino ser positivo para los resultados de las cotizadas y para sus valoraciones. Es por ello que, si los bancos centrales comienzan a retirar estímulos, lo harán por una buena razón: porque han alcanzado su principal objetivo, que era sacar a las economías mundiales de la atonía en la que habían entrado tras la Gran Recesión.


En nuestra opinión esta corrección puede ser una buena oportunidad de compra, siempre que se tenga paciencia y se espere que los mercados toquen fondo y se estabilicen. Habrá, por ello, que estar muy atentos al comportamiento de los bonos, activos que en los próximos días se convertirán en la referencia a seguir. En esta coyuntura, seguimos apostando por los valores que más favorecidos saldrán en el actual escenario económico: los bancos y aseguradoras, las compañías relacionadas con las materias primas minerales y el petróleo, y algunas compañías industriales cuya actividad está muy ligada al ciclo económico. Aprovecharíamos los fuertes recortes que pueden experimentar en un proceso correctivo este tipo de valores para acumular posiciones en los mismos. 


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