"No te he preguntado"

Vivimos en una sociedad en la que hemos normalizado que el cuerpo o el aspecto de una mujer es de dominio público. Una de las conductas implicadas en esta normalización es que haya personas que se crean con el derecho de opinar y transmitir dicha opinión a una mujer sin que ésta le haya pedido activamente ninguna opinión. 

Somos seres sociales y, por lo tanto, bastante sensibles a la opinión de los demás. Las mujeres, además, históricamente hemos sido entrenadas para poner mucha atención en todo lo relativo al aspecto físico, por lo tanto, digamos que es un aspecto en el que solemos estar mucho más hipervigilantes. Si a la propia auto-vigilancia le añadimos el peso de tener que tolerar escuchar opiniones sobre nuestro aspecto que no hemos pedido, se va creando un poso difícil de limpiar. 

Otro de los aspectos que influyen en este tipo de situaciones es la respuesta que “tenemos que dar”. Que normalmente pasa por sonreír, agradecer o dar explicaciones al respecto de lo que la persona nos haya apuntado. Esto tiene que ver con el proceso de socialización al que hemos estado expuestas. “𝘗𝘰𝘯 𝘣𝘶𝘦𝘯𝘢 𝘤𝘢𝘳𝘢”, “𝘳𝘦𝘴𝘱𝘰𝘯𝘥𝘦 𝘤𝘰𝘯 𝘦𝘥𝘶𝘤𝘢𝘤𝘪ó𝘯”, “𝘯𝘰 𝘮𝘰𝘯𝘵𝘦𝘴 𝘦𝘭 𝘱𝘰𝘭𝘭𝘰”. Haciendo esto, normalizamos que se nos invada un espacio privado y que, además, aparentemente no tengamos ningún problema al respecto. Pero, el verdadero problema es que “lo de dentro” y “lo de fuera” no están tan separados como la tradición dualista nos ha transmitido. Si yo como mujer sigo expuesta a estos mensajes, no pongo límites y reacciono con una sonrisa ¿cómo voy a creerme con el derecho de ser libre respecto a mi aspecto?

Quiero poner hoy atención en normalizar una respuesta que probablemente implique actuar en las antípodas de lo que os han dicho que tenéis que hacer, mujeres y es “𝐍𝐨 𝐭𝐞 𝐡𝐞 𝐩𝐫𝐞𝐠𝐮𝐧𝐭𝐚𝐝𝐨”. Nuestro cuerpo es nuestro y el ámbito de las opiniones al respecto, también y dejamos entrar a quién queremos, no a quién quiere entrar.

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