¿Te identificas?
La semana pasada fui a la oficina de una amiga y desde que entré noté una seriedad de otro nivel, para donde volteaba no encontré ninguna sonrisa. Todos parecían muy concentrados, pero la sensación del ambiente era algo así como de tristeza.
Al ver a mi amiga tampoco me sonrío y ella solía ser una mujer que sonreía.La verdad me preocupé y a la primera oportunidad le pregunté ¿A poco así es siempre?, y era una pregunta sumamente abierta, rápido entendió a qué me refería.
Hizo una pausa, suspiró y me dijo: Hay Paty estoy en un punto donde no sé qué hacer para motivar a mi equipo, nada los entusiasma, les propones una idea por más buena que esta sea, nadie se involucra, no se preocupan por nada. Les preguntas, algo y el silencio permanece. La realidad es que durante 5 meses la meta de ventas no se logra, somos el único equipo a nivel nacional que no cumple.
¿Te identificas? Suena algo dramático, pero también las empresas adolecen del síndrome de desesperanza nombrado así por Martín Seligman pionero de la psicología positiva, las empresas están formadas por personas y las personas sienten, así de fácil y cada vez que las personas no son capaces de modificar una situación por más que se esfuercen y que no importa las horas que le inviertan al trabajo no logran influir en los resultados, entonces se siente la pérdida de control y llega la desesperanza, ese sentimiento de no encontrar alternativas de solución ante una situación y empezar a creer que no pueden hacer nada, para entonces volverse pasivo o finalmente dejar la empresa.
Te dejo algunas preguntas que nos llevan a conocer si tienes la puerta abierta para que se desarrolle en lo profundo de la organización el síndrome de desesperanza aprendida.
¿Tu cultura organizacional está orientada a promover la educación emocional de tus colaboradores?
¿Las metas son alcanzables?
¿Les otorgas herramientas suficientes para apoyar al logro de objetivos?
¿Los líderes de tu empresa dedican tiempo suficiente para escuchar y conducir a los colaboradores?
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¿La comunicación con tu equipo es coherente?
¿Cumples lo que prometes?
Si contestas más de un no, hay trabajo que hacer. Lo mejor es prevenir y cerrar la puerta, asegúrate que tus colaboradores desarrollen la capacidad de regular sus emociones.
“No podemos resolver problemas usando el mismo tipo de pensamientos que usamos cuando los creamos” Albert Einstein
¡Sonríe!