Teletrabajo, un rasgo ¿temporal?
En estos días no se habla de otra cosa que del papel del teletrabajo para sobrellevar la tormenta de la COVID-19, al menos hasta que hubiera pasado lo más duro de la pandemia. Pero el propio concepto parece limitado, si en realidad nos planteamos esta crisis como la oportunidad para transformar nuestro modo de trabajar, y no sólo como la obligación de dejar por un par de meses los espacios cerrados de nuestras oficinas.
Así, es fácil preguntarnos si verdaderamente no se habrá popularizado el teletrabajo - ahora sí -, pero sólo como algo coyuntural y temporal (del que por tanto las organizaciones tratarán de escapar en cuanto la situación sanitaria lo permita, y puedan haber desplegado, a veces fastidiosamente, los obligados medios físicos de protección individual, barreras interpersonales, protocolos de prevención adicionales, etc.), o si, por el contrario, el modelo de trabajo a distancia ha llegado para quedarse por encima de las circunstancias. Como todo en la vida, si, no, y todo lo contrario.
Lo que tal vez no se perciba como debiera es que este escenario ha puesto mucho más de manifiesto la necesidad de simplificar y virtualizar más, sobre todo. La explosión forzosa y forzada del teletrabajo debería habernos vuelto a recordar la exigencia (nada nueva, por otro lado) de continuar digitalizando implacablemente aquellos procesos que hasta ahora han estado ligados - sin discusión, pero con escasas razones más allá que los de una cultura o tradiciones empresariales cada vez más difíciles de sostener - a un puesto físico, fijo e inamovible, dentro de una oficina: Sí, eso es. Simplificar y virtualizar.
Así que, con pandemias o sin ellas, preguntémonos: ¿Hace falta la oficina? ¿Podríamos vivir sin ella, y con sus papeles, impresoras, firmas, recepciones, sillas y máquinas de café, para siempre? ¿Son la cultura, la productividad o la presunta necesidad de interacción social de los empleados excusas suficientes para ligarlos a un puesto físico fijo, que al parecer han podido abandonar temporalmente estos días - y con bastante éxito, por lo visto - pero al que tendrán que volver a la mínima oportunidad?
Y sobre todo, ¿están las organizaciones preparadas para hacerse estas preguntas y actuar en consecuencia?. y ¿qué es más importante: la flexibilidad que proporcionaría la desconexión definitiva de los empleados de un sitio físico, el mero ahorro de costes fijos o la mitigación de unos riesgos (sanitarios) cuya incidencia a partir de este momento no está del todo clara?
Payroll Manager | Retail | HR Advisor | Multinacional | Manager
4 añosTotalmente de acuerdo contigo, la mayoría de las empresas se lo toman como algo coyuntural y no como algo a lo que tengan que tender. Es el momento de ponerse las pilas.