Temístocles: Estrategia contra la Fuerza
La Batalla naval de Salamina es la lucha entre la libertad y la exterminación, es la contienda entre la democracia contra la tiranía, pero también es la puja entre el ingenio agudo del estratega contra la fuerza arrolladora de la voluntad tiránica. Es, sin dudas, el momento decisivo de Atenas, cuyo líder y estratega, Temístocles, lo llevó a la victoria, abriendo la puerta, de par en par, para que la pequeña ciudad se convirtiera, eventualmente, en imperio y promotora de la libertad. Por esa razón, Salamina es considerado el momento estelar de la historia de Occidente, y Temístocles se erige en la figura central que debe ser analizada con la consigna de extraer lecciones de estrategia.
Para los persas, la conquista de Grecia no se trataba solamente de ansias de venganza por la derrota sufrida en la batalla de Maratón de 490 AC. La razón central era geopolítica, tal como lo planteaba el mismo Jerjes, rey de reyes, quien sustentaba que los imperios deben crecer para subsistir. «...si aplastamos a los atenienses y a sus vecinos del Peloponeso, extenderemos nuestras fronteras tan lejos que el sol sólo contemplará las tierras que son nuestras”. Lenta pero concienzudamente, Jerjes el Grande fue preparando el segundo ataque contra Grecia.
En aquel tiempo el imperio persa había sometido a más del 40% de la población mundial y contaban con una fuerza marcial poderosa e incuantificable. Con tal superpotencia habían sometido a los principales imperios de la época: medos, lidios, babilonios y egipcios. Grecia era apenas un conjunto de hormigas o ciudades insignificantes que debía ser aplastada en su tránsito por la conquista de Occidente.
La estrategia de los persas era ganar sin luchar. La regla es muy sencilla: cuando los muchos chocan contra los pocos, suelen prevalecer los muchos. Para efectivizar esta regla, los persas solo requerían movilizar su ejército compuesto por cientos de miles de soldados para que los pueblos entraran en pánico, inclinaran la cabeza aterrorizada, entregando “tierra y agua” en señal de rendición. Si la amenaza de guerra o diplomacia coercitiva no surtía efecto, se activaba el plan B, consistente en masacrar al enemigo por medio de la fuerza descomunal.
En tanto, el arma de Grecia residía en el ingenio de Temístocles, un hombre del pueblo que fue cobrando trascendencia por medio de su capacidad de oratoria, quien fue abriendo nuevos espacios de poder gracias a las reformas aperturistas y democráticas diseñadas por Clístenes. Complementaba esas habilidades con la pericia militar, atestiguada en las cicatrices que se sellaron en su cuerpo en la batalla de Maratón.
Pero Temístocles tenía una habilidad que lo situaba en un plano superior al de otros estrategas. Su fortaleza residía en la capacidad de anticipar futuros posibles. Según Tucídides, uno de los talentos de Temístocles era la clarividencia: “..era el mejor profeta del futuro, incluso de sus posibilidades lejanas”.
Habiendo previsto años antes de que Grecia estaba amenazada de muerte, comenzó a fortificar la ciudad. Tras la victoria en Maratón fue el único que no se durmió en sus laureles, más bien previo que Maratón era apenas el principio y no el final de la contienda con los persas.
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Por encima de su clarividencia, contaba con claridad de propósito y visión, consistente en modificar el ADN de Atenas, transformándola desde una ciudad agrícola con fuerza militar terrestre, hacia una potencia económica comercial con poderío naval. Fue el primero que se aventuró en decir que Atenas debía buscar su poder en el mar. Esta era la única forma en que se podría contrarrestar el poder de los persas. Así, su visión iba más allá de la clarividencia respecto a la contienda con Persia, pues visualizaba que Atenas, con un poderío naval, estaría en condiciones de erigirse en potencia económica en el Mediterráneo.
¿Cómo hizo para convertirse en artífice de la geopolítica del poder naval? En el 483 Ac, apenas tres años antes de la invasión de Jerjes, Temístocles persuadió a los atenienses a no repartirse entre los ciudadanos el producto del descubrimiento de la mina de plata del Monte Laurio. Convenció a los atenienses a que dichos fondos debían ser destinados para la construcción su flota naval.
Grecia entró en pánico cuando las fuerzas de Jerjes atravesaron el Helesponto. Construyeron, con sus 360 barcos y con el ingenio de su ingeniería, un puente por donde cruzaría su ejército de más de 2 millones de soldados, según Heródoto, cifra muy inflada, aunque inclusive cuantiosa con estimaciones más recientes. De hecho, fue la mayor invasión anfibia a Europa hasta el desembarco en Normandía en la segunda guerra mundial.
Al poco tiempo, caídos los 300 hoplitas espartanos en Termópilas y repelida la armada griega en Artemisio, toda Grecia quedaba a merced de las fuerzas de Jerjes. El ejército persa avanzó hasta las puertas mismas de Atenas y sin ninguna resistencia la atravesaron y prendieron fuego a la ciudad, que había sido abandonada por sus ciudadanos tras las sugerencias de Temístocles. Desde el estrecho de Salamina, los guerreros atenienses, que se habían resguardado en sus barcos o “muros de madera” como había sugerido la Pitia de Delfos, contemplaban las llamas que sentenciaba de muerte a su futuro y a la libertad.
Es en Salamina donde la clarividencia, la persuasión, el coraje y la formulación de una estrategia a largo plazo de Temístocles se cristalizaron en victoria. Se trataba de una península estrecha, donde la fuerza naval de Jerjes ingresó persuadida por una artimaña de Temístocles de que los griegos estarían acorralados. Pero justamente, en ese angosto callejón de la muerte, los atenienses encontraron el arrojo, y pelearon por sus vidas y la libertad. La predominancia táctica, la mayor destreza marinera de los helenos y la supremacía de los trirremes para maniobrar con mayor velocidad en espacio estrecho resultaron decisivos para hundir la flota persa.
La victoria alcanzada por el Temístocles atestigua que la mente aguda, serena, previsora y visionaria del estratega siempre se posiciona por encima de cualquier desafío, inclusive de aquellos con proporciones catastróficas. Tras el triunfo en Salamina, Grecia, infundida de optimismo, se aprestaba para iniciar su Edad de Oro.
Rafael Carlstein - Economista, Consultor
4 mesesMuy bien Jose Cantero, excelente recordatorio demostrando conveniencia de utilizar acertada Estrategia para enfrentar exitosamente ataque de Fuerza bruta !