Temporada de verano 2021: ¿Qué más pudo haber malido sal?

Para los operadores turísticos de cualquier rubro, esta temporada fue muy especial, por no utilizar otros adjetivos inapropiados. Tuvimos absolutamente todos los imponderables que nos podríamos imaginar y algunos más que ni en nuestras peores pesadillas existían. ¿Por dónde empezar? Haré un recuento de los hechos más significativos que enturbiaron la brevísima temporada de verano. Este año tuvimos: amenazas de cierre de la temporada, toque de queda, protocolos imposibles o inexistentes, dos invasiones de mosquitos, dos inundaciones, fiestas clandestinas, entre otras peripecias. Seguramente se preguntarán: “¿Y el Covid?” Alerta de spoiler: ésta fue la última de las preocupaciones y la que menos dañó al verano.

Bien entrado octubre, el Gobernador Kicillof anunció que íbamos a tener temporada de verano, pero escatimó detalles sobre cómo sería. La falta de certeza impactó en los dos principales actores: por un lado, en los turistas, que no tomaron ninguna decisión de reservar con anterioridad; por otro, en los operadores turísticos que, el no haber podido pronosticar la demanda, les dificultó preparar sus negocios con antelación.

Cómo si esto fuera poco, no faltaron rumores ni amenazas (esparcidas por los poderes políticos y medios de comunicación por igual) sobre el potencial cierre de la temporada por un aumento de casos de coronavirus. Un cierre caótico donde la gente habría tenido que abandonar sus hospedajes, tomar las rutas y huir cual Éxodo Jujeño. Para no dejar de asustar a la población, la fecha de cierre fue variando conforme pasaba el tiempo: primero iba a ser el 8 de enero, luego el 13 o el 15 y finalmente era casi un hecho que se iba a cerrar después de carnaval. Por fortuna, esta pesadilla no se concretó.

Tras un largo y crudo invierno -en el que a los pueblos turísticos no les ingresó ni un solo centavo- la temporada comenzó el primero de noviembre, perdón, mejor dicho, el primero de diciembre. La pregunta de diversos operadores turísticos fue: “¿Cuál era la diferencia de comenzar la temporada una semana antes y se aprovechaba el fin de semana largo de noviembre o, inclusive, haber hecho una prueba piloto para el 12 de octubre?” En fin. La desconexión total del poder político con la realidad no es el objetivo del presente artículo.

¡Cómo olvidar las dos invasiones de mosquitos! Una en enero y otra en febrero. La segunda fue tan grande que por unos días se popularizó el Hashtag #MosquiTornado. Imagínense tener un restaurante, que, por protocolo, debe tener la mayoría de tus mesas al aire libre. Los comensales eran atacados sin piedad por hordas hambrientas de mosquitos. Fueron días muy negros para los locales gastronómicos y vieron, ciertamente caer sus ventas esos días.

Inclemencias del clima fueron varias. Quienes vacacionaron en febrero, tuvieron tres semanas seguidas dónde prácticamente ni se asomó el sol. Otro mal que nos azotó fueron las inundaciones. En dos oportunidades a lo largo del verano, las tormentas fueron más fuertes de lo que la infraestructura (casi inexistente) de los pueblos costeros pudo resistir. Las consecuencias de ellas fueron desoladoras: hogares, autos, hospedajes, animales, todo bajo el agua.

Los protocolos, o la falta de ellos, también hizo que se elevaran los niveles de incertidumbre. Los hoteles no sabían si iban a poder alquilar el 100% o si iban a tener que dejar una habitación libre por cada ocupada. Por otro lado, si los hoteles hubieran tenido que respetar a raja tabla los protocolos propuestos desde el poder político, la gran mayoría no hubiesen podido cumplirlos. Los gastronómicos tampoco tuvieron mucho asesoramiento sobre las medidas que debían tomar este verano. Muchos tuvieron que realizar importantes inversiones para mover su infraestructura al aire libre. Inversión que, debido a la baja cantidad de ventas, será difícil de recuperar.

La frutilla del postre de esta temporada fue el toque de queda sanitario. Desde principios de enero esta medida fue fuertemente discutida, de la noche a la mañana, en todos los medios de comunicación, informándola prácticamente cómo un hecho. En esta oportunidad, el chivo expiatorio y causante del aumento de los casos de coronavirus era la juventud. Los jóvenes, con fuertes necesidades de sociabilización luego de un año de encierro, se reunieron al igual que todos los años. Para su desgracia y la de los locales que viven del turismo nocturno, el gobierno llegó a la conclusión que la única forma para parar los contagios era cortando de una vez por todas la vida nocturna. Las consecuencias, ya se las imaginarán. Los jóvenes siguieron juntándose, pero en los más diversos lugares: calles, plazas, médanos, playas, casas, campos, bosques y cuanto lugar encontraron. Este tipo de reuniones se terminó denominando “fiestas clandestinas”.

¿Y el Covid? Cómo mencioné al principio, esta fue la menor de las preocupaciones. Durante el verano, los casos no aumentaron, se mantuvieron o disminuyeron. Los hospitales no colapsaron. Los pueblos turísticos no fueron los grandes focos de contagio.

No obstante, quisiera terminar con un mensaje un poco más positivo. La temporada, a pesar de todo lo previamente mencionado, fue un éxito. No gracias a que los políticos nos “permitieron” trabajarla, sino por la pasión que todos los operadores turísticos pusieron día a día: emprendedores, comerciantes, hoteleros, gastronómicos, etc. Por su dedicación, amor a la profesión y trabajo duro, a pesar de todos los infortunios y alguno más que no mencioné, tuvimos una muy buena temporada de verano 2021.