Tiempos cruciales: El Banco de México y su política monetaria
En este artículo, exploro la siguiente pregunta: ¿Cómo debería actuar el Banco de México ante la desaceleración económica interna?
Aunque el objetivo principal del Banxico es mantener la estabilidad de precios, las altas tasas de interés actuales podrían estar frenando el crecimiento económico al encarecer el financiamiento para la industria y mantener el tipo de cambio sobrevalorado. En un escenario de desaceleración económica, como el que comienza a presentar EE. UU. Se podría afectar la inflación en México en el mediano plazo al transmitirse vía balanza comercial.
Exploro las posibles medidas que el Banco de México podría tomar para equilibrar la estabilidad de precios.
El último reporte de inflación para la primera quincena de febrero nos deja una luz de esperanza: una leve caída del 0.42%, colocando la cifra en un 4.45%, en comparación con el 4.87% registrado en la segunda quincena de enero. Sin embargo, este descenso no es suficiente para disipar las preocupaciones sobre la persistencia de la inflación.
Esta persistencia en la inflación ha desafiado constantemente los pronósticos del Banco de México, retrasando su convergencia hacia el objetivo establecido. En su más reciente comunicado de política monetaria, el Banco espera que la inflación finalmente se ajuste a su rango objetivo para el tercer trimestre de 2024, situándola en un 3.9%.
En lo que respecta a las decisiones de política monetaria, las últimas minutas muestran un tono firme por parte de la junta de gobierno del Banco de México. Se anticipa un posible recorte de 25 puntos base en la próxima reunión del 21 de marzo, lo que llevaría la tasa objetivo a 11.00%. No obstante, estas decisiones estarán condicionadas por los riesgos en evolución, que en su mayoría se perciben al alza. Se subraya la importancia de monitorear de cerca los datos económicos y de actuar con cautela ante cualquier cambio.
Los comentarios de ciertos miembros de la junta resaltan de manera enfática el comportamiento persistente de la inflación subyacente, la cual ha mantenido niveles superiores al objetivo establecido por el Banco de México. Sin embargo, es crucial destacar que el último dato disponible muestra una disminución, situándose en un 4.76% en enero. Este dato es alentador, especialmente considerando que ha mostrado una tendencia descendente desde su punto máximo del 8.51% registrado en noviembre de 2022.
Entonces, ¿cuál es la preocupación que los miembros de la junta de gobierno mantienen respecto al componente subyacente de la inflación?
Lo que preocupa a los miembros de la junta no es un asunto trivial. Los elementos que conforman la inflación subyacente, tanto en el sector de mercancías como en el de servicios, han mostrado un comportamiento asimétrico en los últimos meses. Mientras que la inflación en el sector de mercancías ha mantenido una tendencia a la baja, la inflación en el sector de servicios ha mostrado una tendencia al alza. Esta disparidad en las tendencias entre ambos componentes puede ser determinante en la toma de decisiones por parte de la autoridad monetaria.
Desde mi perspectiva, es poco probable que estos componentes cedan en el corto plazo, ya que los factores que impulsan estos niveles de inflación no provienen de la demanda, sino de la oferta. Un ejemplo claro es la inflación en el rubro de vivienda, que se ha mantenido en alza debido al estancamiento en la actividad de construcción residencial. Además, el déficit de vivienda a nivel nacional ha ejercido una presión constante sobre los precios de alquiler en las principales áreas metropolitanas del país. Esta misma causa de inflación puede observarse en otros componentes de la inflación subyacente, como en educación y otros servicios, donde la producción se reduce mientras los precios aumentan, generando presiones inflacionarias adicionales.
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En decir, las presiones inflacionarias que preocupan a Banxico podrían estar más allá del alcance de su política monetaria.
Por lo tanto, es probable que mientras esta situación estructural persista, la tasa de inflación en servicios se mantenga en niveles similares a los actuales(5.25%).
El hecho más relevante a reconocer es que las cifras económicas indican una desaceleración de la economía mexicana desde noviembre de 2023. Este declive se refleja claramente en el Indicador Global de la Actividad Económica, el cual ha experimentado una disminución constante de forma mensual desde octubre. Esta situación se ha agravado especialmente en el sector industrial, con un estancamiento evidente en las manufacturas, mientras que el sector de servicios también ha mostrado signos de estancamiento. A pesar de estos desafíos, la economía logró crecer un 3.2% durante el año 2023, gracias principalmente al sólido desempeño registrado en el primer semestre.
El entorno actual está influenciado por un factor externo crucial: la evolución de la actividad industrial de nuestro principal socio comercial, Estados Unidos. En enero, la producción industrial en EE. UU. experimentó una desaceleración, al igual que el Índice de Pedidos Manufacturero (PMI, por sus siglas en inglés). Esta tendencia se vio reflejada también en la industria mexicana, que mostró un debilitamiento desde diciembre de 2023, especialmente en el sector manufacturero. Estas señales de desaceleración en ambos países plantean desafíos adicionales para la economía mexicana en el corto y mediano plazo.
¿Qué debería hacer el Banco de México?
En mi opinión, considerando los hechos presentados, me parece claro que el Banco de México enfrenta un panorama complejo y desafiante. Por un lado, la sugerencia de mantener las tasas elevadas, posiblemente en un 9.25% al cierre, como sugiere el consenso, podría ser una medida prudente para contrarrestar las presiones inflacionarias y mantener su retórica. Sin embargo, en un contexto donde la economía muestra signos de desaceleración y la inflación no parece ceder fácilmente, esta estrategia podría no ser suficiente. Ante esta situación, el Banxico podría optar por un recorte más significativo de las tasas, como sugiere la idea de un recorte de 285 puntos base para ubicarla en un 8.5% al cierre.
Esta acción, aunque arriesgada, podría ayudar a estimular la economía y proporcionar un impulso necesario. No obstante, es crucial tener en cuenta el aspecto temporal de las decisiones de política monetaria. Esta debiera ser continúa en sus próximas dos decisiones, quizá -25 pb en cada una y más agresiva posterior a las elecciones nacionales, tomando una pausa en noviembre y recortando en mayor grado hacia el cierre de año.
Si, la inflación tardará en converger, pero hay que considerar el rezago con el que opera la política monetaria, típicamente, de 18 meses de retraso, lo que significa que cualquier cambio en la política actual podría tener efectos significativos en el futuro económico del país.
En resumen, la situación económica actual en México plantea desafíos significativos para el Banco de México. Si bien su enfoque principal es mantener la estabilidad de precios, las altas tasas de interés podrían estar frenando el crecimiento económico y afectando la inflación a largo plazo. Aunque se esperan recortes graduales en las tasas de interés, las decisiones futuras estarán condicionadas por la evolución de los riesgos y el entorno político. En mi opinión, el Banco de México enfrenta la difícil tarea de equilibrar las necesidades económicas inmediatas con las consideraciones a largo plazo, en un contexto de incertidumbre política tanto a nivel nacional como internacional.