TOCA MOJARSE (XII): ¿Qué te propones? ¿Qué me propones?

Antes del coronavirus, se habían empezado a poner de moda las PDO: en inglés, Organizaciones Guiadas por el Propósito. Con esta crisis económica y de empleo, el 90% de las organizaciones pensarán que el propósito de la empresa ha dejado de ser importante, o al menos actuarán como si no lo fuera. Volverán a rutinas de escaso valor, de desconfianza y desmotivación que los mercados ya no van a asumir. Sin embargo, la paradoja es que TCV (Tras el CoronaVirus), vivir el propósito marcará la diferencia, será el Rubicón entre las organizaciones ganadoras y las que desaparecerán. ¿Estás dispuesto a cruzarlo?

Nuestro propósito ha de situarse en la intersección entre lo que amamos, lo que hacemos bien, lo que el mundo necesita y lo que podemos monetizar. Donde confluyen la pasión, la misión, la vocación y la profesión (Borja Vilaseca, ‘Qué harías si no tuvieras miedo’, 2012). Por tanto, un propósito coherente ha de partir de dentro: pasión/vocación y llegar fuera: misión/profesión. Hagamos de nuestra pasión nuestra profesión desde un proyecto irresistible personal y profesionalmente.  

Esto requiere de:

1.    Foco. Son tiempos de “obsesión” por el cliente, por quién nos paga y nos ha de pagar en un futuro próximo. ¿Hasta qué punto lo conocemos realmente? ¿O seguimos despachando?

2.   Valor. Es lo que el cliente espera de nosotros, su expectativa. Configúrala. ¿Hasta qué punto nos conoce, nos aprecia, nos valora?

3.   Plan. Anticipémonos al contacto con el cliente. Si bien todo mercado es limitado (TCV puede ser exiguo), se quedará con un trozo más grande de la tarta quien más ganas le ponga, quien mejor se prepare. 

4.   Momentos. La vida se compone de momentos, de “momentos de la verdad” en la que generamos relación o la destruimos. Hagamos de cada momento una experiencia maravillosa.

5.   Vínculo. Los clientes/socios han de convertirse en nuestros suscriptores de marca, personal y corporativa. La intermediación se hunde; la relación se refuerza.

Mark Twain nos enseñó que “no es lo que no sabemos lo que nos mete en líos, sino lo que damos por cierto y no lo es”. Aprovechemos estos días de confinamiento y de teletrabajos forzados para reflexionar sobre nuestro propósito personal, la coherencia con el empresarial y su relación con la propuesta de valor al cliente