"Todo por una diminuta piedra"
Hace varios años cuando iniciaba está bella carrera de seguros de vida, trabajaba en ese entonces en la ciudad de Manizales me encontré en las escaleras de la aseguradora a un hombre que parecía de unos 25 años, bajo de estatura, un poco grueso y tenía unas gafas oscuras y un bastón, trataba de subir con mucha dificultad a la oficina de reclamaciones y siniestros.
Le pregunté si necesitaba que lo ayudara a subir las escaleras y aceptó mi propuesta, allí me di cuenta que veía muy poco, y empezó a contarme que había tenido un accidente de tránsito que le había generado pérdida de más del 51% de su capacidad visual y que las probabilidades de quedar ciego eran muy altas; me contó que estaba soltero, había planeado casarse pero con esta situación los planes habían cambiado y que estaba reclamando los cheques de su indemnización de seguro de vida por incapacidad total y permanente.
Era la primera vez en mi corta carrera de seguros que encontraba a una persona haciendo una reclamación de un siniestro de seguro de vida; por lo tanto, dejé lo que estaba haciendo y decidí acompañarlo a esperar que lo llamaran y comenzó a contarme su increíble historia:
Trabajaba en un fondo de pensiones en el área de sistemas, tenía una vida muy tranquila, aún vivo con mis padres ¡sonríe! Una vida muy normal y a veces hasta se tornaba un poquito aburrida, los fines de semana los pasaba con mi novia, pues ya había terminado mi carrera universitaria, me estaba preparando para empezar un postgrado, me quedaba tiempo para todo, bueno, todo era perfecto. Un día salí muy temprano en la mañana, me dirigía hacia mi trabajo, me subí al carro, bajé la ventana, "la gran ventaja de vivir en ciudades pequeñas y de clima frio" y arranqué a una velocidad de 60 km/h podría ser menor, puse la radio y subí volumen a una canción y cuando menos lo esperaba sentí un tremendo golpe en mi ojo izquierdo como si se hubiera desprendido algo gigante de afuera que le dio un golpe a toda mi cara, no sabía que estaba pasando, no podía ver nada, estaba muy asustado, tenía que frenar, habían pasado unos segundos que parecían horas, me iba a estrellar, ni siquiera recordaba exactamente dónde estaba en el momento que sucedió como para orillarme y frenar, tenía miedo, mucho miedo, pues pensaba que me iba a estrellar y moriría en el mismo instante, pero mi mecanismo de supervivencia reaccionó y frené, golpee algo, me subí a un andén “me cuentan”, pero sentía que me salía liquido por montones de mi cara pero no podía abrir mis ojos no veía si era sangre o agua, no pasó mucho tiempo cuando alguien se me acerca y me pregunta que sucede y le digo que algo me golpeó la cara que no podía ver y el dolor empezó a intensificarse de una forma aterradora hasta que una ambulancia llegó y me recogió, ¡Que duro! en unos segundos mi vida se había acabado, mis proyectos, todo lo que pensaba que sucedería se acabó en ese momento para mí.
Todo fue culpa de una diminuta piedra que entró por mi ventana a la velocidad de 60 km/h y entró como una bala en mi ojo, lo explotó si se le puede llamar así, tal situación afectó también a mi otro ojo. Después de meses hospitalizado, cirugías, tratamientos y demás salí de la clínica con pérdida total de mi ojo izquierdo y perdida parcial de la visión de mi ojo derecho. " Todo por una diminuta piedra".
Afortunadamente cuando ingresé a este fondo de pensiones a trabajar me ofrecieron un seguro de vida grupo y pensé ¡no importa, ¡qué más da pagarlo!, era sencillo porque me descontaban de nómina y bueno no sabía ni siquiera que tenía una cobertura de incapacidad total, pero gracias a Dios y a esta empresa que tiene esas opciones para empleados fue que pude acceder a este beneficio y bueno aquí estoy reclamando el cheque.
Le pregunté qué pensaba hacer con el dinero y me dijo que le habían recomendado un especialista en el exterior y que lo invertiría todo en tratar de recuperar su visión, lo sentía triste pero agradecido de tener una oportunidad financiera que le permitiera hacer algo, tenía mucha esperanza en que encontraría al médico indicado.
Cuando terminó de contar semejante historia, quedé impactada y hasta nerviosa, tanto que cuando subía a un carro verificaba que las ventanas estuvieran cerradas durante el trayecto y así lo hice por muchos años; pero les cuento que yo también me sentí agradecida y como escogida para esta misión de salvar vidas, de salvar familias, estaba feliz de pertenecer a esta industria de seguros, esta industria de segundas oportunidades, de posibilidades financieras para la gente y ahora casi 18 años después me encuentro cada vez más entusiasmada de poder ayudarle a las personas a trasladar sus riesgos, a proyectarse financieramente para el futuro, ahora también ayudo a las personas a planear su retiro, veo en mi mente viejitos independientes y felices.
Esta historia es totalmente real, una de tantas que les estaré contando, pues ya con 20 años en este mercado me han hecho merecedora de muchas experiencias.
Gracias por leer este artículo, espero les guste.
Si necesitas asesoría, estaré atenta.