Transformando la Realidad de las Mujeres Rurales: Desafíos, Estrategias y Compromisos para la Igualdad de Género en el Ámbito Rural
En el contexto de las comunidades rurales, las mujeres, representan el 50% de la fuerza laboral, enfrentan una serie de desafíos que requieren una atención específica. Este artículo analiza de manera crítica algunos de estos desafíos y presenta estrategias fundamentales para empoderar a las mujeres rurales, centrándose particularmente en la región de América Latina.
Brechas de género en el ámbito rural
Las mujeres rurales se enfrentan a una serie de desafíos que profundizan su posición vulnerable en la sociedad. La limitación en el acceso a recursos productivos cruciales, como el derecho a la tenencia de tierras, recursos financieros, entre otros, obstaculiza su participación activa en actividades agrícolas. A esto se suma una persistente brecha salarial de género y discriminación laboral, donde sus contribuciones significativas no siempre se reflejan en una remuneración justa, según la FAO (2021) a pesar de su participación activa en actividades agrícolas, el 40% de ellas carece de ingresos propios.
Las oportunidades educativas y de capacitación son limitadas, afectando su capacidad para diversificar habilidades y acceder a empleos mejor remunerados. La falta de representación en la toma de decisiones y la persistencia de la violencia de género, a menudo sin protección adecuada, agravan aún más su situación. Además, los impactos del cambio climático, la falta de acceso a tecnologías y conectividad, el estigma y estereotipos de género, así como el acceso limitado a servicios de salud y la carga de trabajo que representan las labores de cuidado, son desafíos que las mujeres rurales enfrentan diariamente.
Según el DANE (2022), las mujeres rurales trabajan diariamente 14 horas y 1 minuto, y reciben remuneración por 39% del tiempo trabajado, es decir, por 5 horas y 28 minutos. El 61% del tiempo restante corresponde a trabajo no remunerado, es decir, 8 horas y 33 minutos. Asimismo, en el 2021, la tasa de desempleo de las mujeres rurales fue de 15%, mientras que la de los hombres rurales llegó a 6%.
Reconocer estas barreras es esencial para diseñar estrategias que aborden de manera integral y efectiva los obstáculos que limitan el empoderamiento y desarrollo pleno de las mujeres en entornos rurales.
Estrategias para el empoderamiento
En respuesta a los desafíos significativos que enfrentan las mujeres rurales, es crucial articular estrategias efectivas que no sólo aborden las barreras existentes, sino que también fomenten un cambio estructural.
Ámbito productivo:
Promover la igualdad de acceso a recursos críticos como la tierra, se revela como una estrategia clave. La participación activa de las mujeres en el diseño de programas de formación y capacitación, junto con el estímulo a la producción agroecológica y el acceso a mercados locales, se erigen como elementos esenciales para mejorar sus condiciones laborales.
Alivio de la carga de trabajo y cuidados:
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El cambio en la narrativa doméstica implica fomentar la corresponsabilidad en las tareas del hogar. La expansión de servicios de cuidado infantil y para adultos mayores no solo aliviará la carga sobre las mujeres rurales, sino que también generará oportunidades económicas significativas.
Inclusión y diversidad cultural:
La inclusión de comunidades indígenas en todas las estrategias y políticas es fundamental para abordar las diversas realidades culturales. La igualdad de género debe extenderse de manera equitativa, sin distinción étnica.
Acciones Estratégicas
La intervención en los sistemas de género, la consideración de las particularidades de los sectores productivos y la evaluación de bienes y servicios públicos son acciones estratégicas necesarias. Diseñar políticas que reduzcan los costos de oportunidad es esencial para fortalecer el acceso de las mujeres rurales a oportunidades económicas.
Contribuir al cierre de brechas de género en el ámbito rural no se limita únicamente al desarrollo de políticas gubernamentales; es un compromiso que involucra a todos los actores sociales. Una forma efectiva es respaldar iniciativas locales que promuevan el empoderamiento de las mujeres rurales, ya sea a través de donaciones, voluntariado o la compra consciente de productos locales liderados por mujeres. La participación activa en procesos comunitarios y la promoción de la educación y capacitación son medios valiosos para mejorar las perspectivas laborales y económicas.
Abordar la igualdad de género, tanto en conversaciones cotidianas como en plataformas de comunicación más amplias, contribuye a sensibilizar sobre los desafíos específicos que enfrentan. Ofrecer mentoría y apoyo personal, así como dedicar tiempo a proyectos voluntarios en comunidades rurales, puede marcar una diferencia tangible en el empoderamiento de las mujeres locales.
Fomentar la inclusión de perspectivas de género en programas de desarrollo sostenible y adoptar prácticas conscientes en términos de consumo y recursos completa el panorama de acciones que pueden ser llevadas a cabo por individuos comprometidos con la equidad de género en entornos rurales.
Conclusión
El empoderamiento de las mujeres rurales trasciende la esfera moral para convertirse en un pilar estratégico crucial para el logro de un desarrollo sostenible. La conexión intrínseca entre la equidad de género en áreas rurales y los Objetivos de Desarrollo Sostenible destaca la importancia de implementar estrategias y acciones concretas. Al empoderar a las mujeres rurales, no solo estamos abordando la desigualdad de género, sino también sentando las bases para un desarrollo integral y sostenible en estas comunidades. Este enfoque no solo beneficia a las mujeres individualmente, sino que también contribuye al progreso general, fomentando la inclusión y la prosperidad en el contexto de los objetivos globales de desarrollo sostenible.