TRANSICIÓN A UNA AGRICULTURA REGENERATIVA EN ECUADOR
Hace unos días redacté un artículo que aparecerá el próximo mes en la Revista EKOS.
Eso me dejó pensando en las dificultades que representa esa transición en los procesos de agricultura, en un país donde la gran mayoría de las unidades de producción son pequeñas organizaciones familiares, muchas de ellas dedicadas a la producción de alimentos por un tema de sobrevivencia. Si bien en términos de economía estas unidades no tienen un peso fuerte, en términos de cambio climático sí representan un gran impacto que no se puede pasar por alto. A esto le debemos sumar el poco o nulo grado de profesionalización que (lamentablemente) tienen los agricultores, lo que definitivamente dificulta los cambios hacia nuevas formas de utilizar su terreno. Vale la pena mencionar que menos del 1% de estas unidades de producción están certificados en la aplicación de buenas prácticas agrícolas (BPA). Por último, otro factor que influirá en la transición a una agricultura regenerativa es el comportamiento del consumidor ecuatoriano cuya prioridad, en orden de importancia, es el precio de los productos, su calidad y (quizá muy atrás en las prioridades) la preocupación de cómo han sido producidos los alimentos. De allí la poca importancia que la mayoría de los productores agrícolas le prestan a la certificación BPA, al no significar ningún retorno sobre la inversión.
Muchos factores juegan en contra de la competitividad de nuestros productos agrícolas. El que paga finalmente es el consumidor, ya sea local o extranjero. Un ejemplo es el caso del maíz, materia prima fundamental para que tengamos acceso a una proteína animal a buen precio y competitiva para la exportación. En este caso, tenemos que pagar un precio fijado por el gobierno para una producción por hectárea, siendo la cuarta parte de lo que se consigue en otros países de la región. Muchas veces por falta de variedades se siembra la que está disponible. En el caso del agricultor, para evitar comprar una semilla certificada y apta para su terreno, vuelve a sembrar lo que le sobre de la cosecha. Ese procedimiento empobrece la genética de la semilla y por ende su capacidad de producir.
En esta situación, se puede importar un maíz a un costo muy razonable, solamente si el mercado absorbió la totalidad de la producción nacional. Algo similar pasa con la soya, otra materia prima fundamental para la producción de proteína animal. Y así se producen muchos productos agrícolas. El Estado, a través de los ministerios encargados, no ha podido corregir esta grave situación, cuando es claro que el sector agroalimentario es fundamental para el desarrollo socioeconómico del país, en especial en la situación actual en la que el petróleo ha llegado al límite de su contribución.
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Por estas razones, desde ANFAB hemos desarrollado el concepto Ecuador Agroalimentario cuyo objetivo es que, basado en el conocimiento del consumidor, el comercio y la industria trasformadora tomen acciones proactivas en la construcción de una cadena de valor con especial énfasis en la producción agrícola. Para lograr eso, es importante que estas empresas incluyan en su nómina expertos en la producción de sus materias primas más importantes. Resulta difícil entender que asociaciones que utilizan el maíz y la soya como sus materias primas, no inviertan en la asistencia a la producción. Existen varios ejemplos que demuestran que cuando una empresa consumidora invierte en esta asistencia, su materia prima principal logra que funcione de mejor manera. La industria láctea y cervecera son un gran ejemplo de ello.
Varios años atrás, cuando dirigía el centro de investigación y desarrollo de Nestlé en Ecuador, por la demanda de algunos mercados invertimos sustancialmente en el desarrollo de la producción del cacao arriba. Esa inversión era tan importante que cuando nos visitó el presidente mundial de Nestlé, juzgó el nivel alto de inversión en la investigación del cacao arriba. Logré demostrarle que si quiere cacao arriba mejor sería que Nestlé invierta en su producción. Es así como se desarrolló la técnica de multiplicación en vitro de clones certificados arriba, dando paso al desarrolló en Ecuador del “Plan Cacao”, el cual hasta la actualidad sigue con un fuerte apoyo de esta multinacional. Otro ejemplo es de una de las más grandes cadenas de supermercado, que procede de la misma manera para el abastecimiento de sus frutas y vegetales. También la empresa cervecera invirtió en la producción primaria de su cebada, a través de contratos de producción y están dando muy buenos resultados. Finalmente, quiero destacar que esta forma de conectarse con el campo no es exclusiva de grandes compañías. Hace poco, conocí a una empresa mediana activa en el negocio de aguacate. Esa compañía pudo crecer gracias a su conexión con el campo, dando a los productores sendas capacitaciones, ayudando en la cosecha hasta entregarles las canastas para recoger su producción y asegurando su transporte hasta su planta. Para ellos, no solamente se garantizan cantidad y calidad, sino que también acortan el camino entre productor y trasformador.
Eso demuestra que, con voluntad por parte de las empresas, el concepto del Ecuador Agroalimentario (www.ecuadoragroalimentario) funciona y que es importante que el sector privado tome su responsabilidad y busque los apoyos necesarios con el sector público cuando los problemas como, entre otros, la educación en el sector rural y la digitalización del campo nos ayude en mejorar la relación con los agricultores.
Fundador en Agroapoyo S.A.
4 mesesMuchas gracias Christian Wahli por compartir. Efectivamente si empezamos desde la producción agrícola adecuada y trabajando con los pequeños productores, es posible hacer un cambio positivo y mejoras en los alimentos que consumimos.