Transparencia, o muerte

Otra vez, ¡una fundación!

La decisión de la Audiencia de Barcelona en el caso Palau de la Musica apunta a una fundación, la Fundacion Trias Fargas (después CatDem), como intermediario en el tramo de corrupción.

No es la primera fundación vinculado con un caso de corrupción. ¿Recuerda Fundación Noós? Parece que cada vez que la gente quiere hacer criminalidades a gran escala, hacen servir una fundación. Como han mostrado los sucesos, es entre fácil, y muy, muy fácil crear una estafa multimillonaria, utilizando una fundación.

¿Porqué?

Porque no podemos ver que pasa en las fundaciones, que hacen, donde invierten, en que gasten el dinero, ni de donde procede. No hay transparencia en fundaciones en este país. Un estudio reciente demuestra que solo uno en cada 14 fundaciones (7,4%) edita sus cuentas anuales en el web.

En teoría debemos de saber que pasa con el dinero de las fundaciones.

Hay leyes de transparencia y ‘buen gobierno’ estatales y en varios de los Comunidades Autónomos.

 Además, en el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, a Madrid, hay una ‘Subdirección General del Protectorado de Fundaciones’ que “…tiene por objeto velar por el correcto ejercicio del derecho de fundación y por la legalidad de la constitución y funcionamiento de las fundaciones…” Y en el Ministerio de Justicia hay el Registro Único de Fundaciones de Competencia Estatal con unas 4.000 fundaciones registradas. Es notable que no hay información económica en el Registro, que solo incluye nombre, objetivos fundacionales, dirección, y patronato.

Pero el problema es grande: en 2014, según la Asociación Española de Fundaciones, había 14.120 fundaciones activas registradas. De estas, 8.866 se consideran ‘activas efectivas.’ Las historias de la Palau de la Musica y de Noós demuestran que ni los dos Ministerios, ni los Comunidades Autónomos, hacen un control suficiente de riguroso sobre el dinero de las fundaciones. Con 14.120 fundaciones, los funcionarios del Ministerio de Educación tendrían que inspeccionar 270 fundaciones cada semana del año, o una fundación cada 10 minutos. No sé cuanta gente hay trabajando con el ‘Subdirector General del Protectorado de Fundaciones’ (su tarjeta de visita debe ser una cosa magnífica), pero seguramente es insuficiente.

Si es obvio que el control por parte de las autoridades del sector fundacional es, perdóname, flojo, ¿qué podemos hacer?

Abrir las fundaciones a la inspección de millones de ojos. De nuestros ojos.

Tenemos que hacer recordar, a los patronatos de las fundaciones, que la posición privilegiada que tiene la fundación es gracias a nosotros. Las fundaciones tienen ingresos largamente libres de impuestos. Es decir, nosotros, el público pagador de impuestos, hemos decidido que ellas pueden evitar impuestos, porque hacen actividades de utilidad pública. Es un contrato entre fundaciones i el público. Pues, es el momento a aplicar este contrato con más rigor.

Este es lo que ha hecho Holanda. Un reglamento de 2014 ofreció a las fundaciones dos opciones. O, editar sus cuentas anuales en el web, o pagar impuestos sobre sus ingresos. Naturalmente, muchas fundaciones optó por la primera (la FIN, la asociación de fundaciones holandesas, ofreció un web en lo cual las fundaciones podrían publicar sus cuentas anuales).

Un reglamento de Hacienda, ofreciendo ‘o publicar, o impuestos’ no evitaré la totalidad de los casos de corrupción, pero si ayudara a recuperar el único valor que tiene la marca ‘Fundación’: su honestidad.

La marca ‘Fundación’ esta tacada. Tacada con la percepción, por parte de un público (nosotros, que pagamos los impuestos) que ha visto su dinero, dinero público, canalizado por fundaciones a empresas en Belice controladas por quien sabe quién.

Si no abrimos las fundaciones a una inspección por parte de todo el público, perderemos la confianza en la marca.

Son dos opciones. Transparencia. O la muerte de la fundación como figura de confianza y honestad. 


Hay más sobre el tema de transparencia en mi libro: How Philanthropy is Changing in Europe , Policy Press, Bristol, Inglaterra, 2017

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