Trastorno del espectro autista: ¿cómo identificarlo?
Los primeros meses y años de vida son fundamentales en la vida de una persona, ya que durante los mismos se produce un constante desarrollo que posteriormente se puede ver reflejado en todos los aspectos físicos y psicológicos de la persona en cuestión. Aprender a hablar, a caminar o a interactuar con el entorno con algunos de los aprendizajes asociados a esta etapa.
Sin embargo, existe un porcentaje cada vez mayor de niños y niñas que, durante este periodo, muestran dificultades para comunicarse y, en general, interactuar en los diferentes contextos sociales. Esta afección ha sido identificada como el trastorno del espectro autista (TEA) y, según estudios, afecta ya a 1 de cada 150 niños.
El autismo no es un síndrome que se detecte a priori sino que, normalmente, suele ser diagnosticado cuando el niño o la niña alcanza una edad en la que las demandas sociales superan ciertos límites. Aún así, puede seguir resultando difícil ya que este trastorno puede aparecer en diversas formas y manifestarse de manera diferente de un niño a otro.
Tradicionalmente, se ha considerado que el TEA es una enfermedad de carácter infantil, sin embargo, hay evidencias de que esta suele acompañar a una persona a lo largo de toda su vida. A pesar de ello, la temprana detección y su tratamiento mediante terapias psicoeducativas resulta fundamental para minimizar al máximo sus secuelas en el desarrollo.
El TEA suele identificarse en el entorno familiar, cuando el niño se muestra reacio a la interacción con las personas que están a su alrededor. Es importante que las familias dispongan de información suficiente para evitar que el tiempo hasta que el síndrome sea tratado de manera clínica se alargue excesivamente.
Para establecer un diagnóstico médico, los niños suelen ser sometidos a extensas pruebas psicológicas y de observación que, en algunos de los casos, pueden generar altos niveles de estrés. Por ello, recientemente, se ha desarrollado una nueva técnica, rápida y sencilla que permite detectar el TEA con total fiabilidad.
Una de las características principales de esta enfermedad es que los niños evaden constantemente el contacto visual con otras personas. Basándose en esta evidencia, los profesionales médicos han desarrollado una prueba que consiste en mostrar a los niños fotografías de rostros. El patrón que se repetía en el caso de los niños con TEA era el de centrar la atención en la boca en lugar de los ojos.
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Ester Ávila.