Tres consejos antes de arremangarse con la realidad aumentada
Photo by: Elena Koycheva - Instagram: @lenneek

Tres consejos antes de arremangarse con la realidad aumentada

Con la aceleración digital propiciada por la pandemia, la realidad aumentada está extendiendo sus posibilidades. El hecho de poder activarla desde el navegador del móvil sin la necesidad de descargar una aplicación, o de que redes sociales como Instagram, Snapchat o Tik Tok la integren, ha disparado su adopción.

Por ese motivo, muchas empresas y organizaciones le dan vueltas a cómo sumarse a esta tendencia creando contenidos tridimensionales. Comparto algunas reflexiones muy básicas pero que a menudo se olvidan ante las ganas de experimentar, a partir de mi experiencia de los últimos siete años creando una serie narrativa con AR. Vale la pena pararse antes de dedicar esfuerzos a producir contenidos en AR que no aportan valor adicional.

  • Comprobar qué valor aporta la tridimensionalidad

Antes de imaginar qué hacer hay que pararse a pensar qué sentido tiene que aparezca algo con volumen tridimensional ante el cliente, público, audiencia, usuario o sea cual sea el tratamiento que le demos. A menudo se quiere recrear un contenido que funciona bien en otro formato 2D pero no aporta valor en 3D. El efecto sorpresa puede ser suficiente en un momento en que las experiencias son novedosas, pero dura muy poco.

La clave está en preguntarse: ¿qué puedo hacer tridimensionalmente que no podía hacer antes o que incrementa notablemente la experiencia? Ver cómo queda el sofá en el salón de tu casa es un valor evidente. Ahora bien, si se trata de trasladar un mensaje, hay que transformarlo en una experiencia inmersiva en la que el volumen y el espacio sean esenciales para que el relato funcione.

  • Ten en cuenta a la persona y su entorno

La tridimensionalidad implica jugar con volúmenes y ahí no solo están el espacio que ocupan los elementos, objetos o personajes de tu historia, también hay que tener en cuenta los de la persona y de su entorno físico. Estos últimos no se pueden controlar pero hay unos mínimos parámetros a tener en cuenta.

Esa persona se va a mover por su espacio físico para explorar el que hayas creado tridimensionalmente y la escena que vayas a representar va a insertarse en ese espacio. Es importante pensar en la escala de la escena y si ésta se va a poder redimensionar o no. Ten en cuenta las distancias y cuánto se va a tener que mover para experimentarlo. 

La altura de un menor no es la misma que la de un adulto, por poner un caso obvio, por lo que su uso del espacio tampoco lo es. Puede sonar conceptual pero, en realidad, se trata de tener en cuenta un planteamiento muy físico de la historia. Por eso, a los contenidos en realidad aumentada se les llama también narrativas espaciales.

  • Define la experiencia comunicativa desde la visión de tu cliente o usuario

Cualquier esfuerzo que el usuario haga ha de valer la pena. Por lo tanto, si bien todos comenzamos con asunciones, en algún momento hay que plantear un pequeño test de usuario y comprobar su aceptación. Puede ser más o menos formal y más o menos exhaustivo, en función del alcance del proyecto.

Este paso, que es habitual en los desarrollos tecnológicos, se suele pasar por alto en la creación de productos comunicativos. El impacto sensorial de una experiencia inmersiva es alto y tal vez no tiene el efecto esperado. Mejor no obviarlo. Si la idea es buena, se harán ajustes que la mejorarán, si no tiene ni pies de cabeza, se descartará y a por otra cosa.

Comunicar tridimensionalmente es un cambio de paradigma fascinante. Te invito a sumarte a este nuevo lenguaje.

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