¿Tu página web se ve como un zombi? Aplicá estas 3 estrategias para salvar tu sitio*
Porque no basta con “estar en la web”; hay que cuidar la imagen de nuestra marca
Lamentablemente, no todos los que emprendemos el camino del “¡Acá estoy!” en la web cumplimos con actualizar los medios de difusión de nuestro negocio. Por lo general, aducimos falta de tiempo, de presupuesto y hasta de “inspiración”.
De hecho, es muy común que hasta las pymes con buen flujo de trabajo y los emprendedores exitosos se duerman un par de meses, años o décadas en los laureles. ¿Las consecuencias? Menos tráfico en el sitio, menor tasa de conversión.
¿Para qué actualizar si ya tengo todo lo que necesito?
Compraste un dominio, lo registraste y diseñaste tu web. La publicaste. Escribiste textos interesantes para presentar tu marca y el sitio incluye todos tus datos de contacto. Quizá también contrataste a un experto en marketing digital para que te ayude con el posicionamiento. Para qué más, ¿no?
Lo cierto es que, hoy más que nunca, los usuarios y consumidores muestran una marcada tendencia a dispersarse y aburrirse. Si tu página está desactualizada, nadie se va a quedar lo suficiente como para interesarse en tu oferta.
Es como si invitaras a un par de desconocidos a casa sin hacer un mínimo esfuerzo por que la casa se vea limpia, ordenada y, sobre todo, acogedora. Puede que a tus amigos y familiares cercanos no les importe demasiado, ellos ya te conocen. ¿Pero qué hay de los que te conocen poco y vinieron para saber más?
La cruda verdad es que las apariencias cuentan. Por eso, si querés causar una buena impresión a largo plazo y evitar caer en la tentación del “hazte la fama y échate a dormir”, acá van tres tips que trato de no perder de vista a la hora de mantener actualizados mis sitios y redes:
1. No descuides la apariencia y la calidad del dúo dinámico. El diseño y el texto del sitio conforman el dúo clave para atraer visitantes, suscriptores y posibles clientes. Juntos hacen de la página de Inicio y la experiencia de navegación tu carta de presentación: les dicen a los usuarios quién sos, qué hacés y cómo lo hacés. Si el diseño actual de tu página es igual o casi igual al de hace cinco o diez años (cuando la creaste), ¡atención! Si bien no podemos generalizar, lo más probable es que tus usuarios y clientes ya estén un poco cansados de entrar y encontrar siempre lo mismo: las mismas imágenes, las mismas noticias, los mismos “enlaces útiles”, la misma estructura del sitio. En lo posible, priorizá la actualización del diseño y la mejora en la redacción de tus textos. No hace falta que hagas un cambio rotundo ni una inversión imposible. Por ejemplo, podés cambiar el orden de las páginas (donde antes aparecía la de Servicios, podés ubicar la de Testimonios y viceversa). También podés aplicar otro tipo y tamaño de fuente (u otros colores) para los títulos, subtítulos y el texto principal. En cuanto a la calidad de la redacción, ¿hay errores para pulir? Los de tipeo y ortografía, por ejemplo, suelen ser bastante notorios y molestos para el usuario promedio: si no tenés tiempo para revisar, contratá a un redactor o corrector profesional. Más tips: podés evaluar si querés seguir dirigiéndote a tu público objetivo de la manera en que lo hiciste hasta ahora. ¿Hay algo en tus textos que ha quedado obsoleto, irrelevante o innecesario? ¿El formulario de contacto cumple tus objetivos? ¿Probaste todos los enlaces para asegurarte de que todavía funcionan? (Un enlace roto es como la maldición del Perla Negra: sencillamente no te conviene). ¿Y si sumás una página de contenidos, como un blog o un feed de las últimas novedades en Twitter? Esto nos lleva al segundo consejo.
*Este es solo un fragmento del artículo original publicado aquí.