Tus lagrimas son bienvenidas, mujer
Vengo de una generación que aprendió que llorar era sinónimo de debilidad, nos enseñaron a sumar, restar, analizar, resolver pero no nos enseñaron a expresar la pena, validarla y verla como una forma de conexión con nosotras mismas y con lo que pudiéramos estar viviendo en nuestras vidas.
En el colegio y en la universidad, nunca tuve un espacio para aprender sobre emociones, para hablar sobre la pena, comprenderla, darle un lugar. Mi relación con la tristeza cambió cuando empecé mi formación como Terapeuta de Artes Expresivas y en mi propio espacio de terapia individual, ahí fui consciente de cuanto aprendí desde niña a contener mi tristeza para no incomodar, para no ser percibida como una persona muy sensible, cuando lo soy plenamente, tal vez percibía que no sería aprobada.
El arte me enseñó a sentir y honrar mi tristeza, a expresarla así como mi alegría, y a dejarla transformarme en una versión más auténtica de mi misma.
Elise Loehnen, Mujer y escritora en su libro "nuestro mejor comportamiento", menciona a la tristeza especialmente como una emoción de la que depende nuestra sobrevivencia, la tristeza como un puente a reconocer un final y un inicio, a aceptar la pérdida como parte de la vida, aceptar la tristeza, en esta cultura que se empeña en ahogarla, es esencial para que podamos movernos hacia adelante como sociedad.
Durante todos estos años de exploración interna la tristeza ha sido una gran maestra en mi camino, pienso que es una emoción muy poco reconocida en nuestra cultura, pero que tiene en sí misma un valor inmenso, a mi me ha enseñado a desacelerar, a vivir la vida con serenidad, devoción y calma. Tu tristeza, mi tristeza, la tristeza es sagrada.
"Las lagrimas son bienvenidas", es la frase con la que abrimos el círculo de mujeres, dudaba de incluirla pero algo en mí me decía: "es vital decirlo".
Desde el primer círculo la trajimos al centro y cada mujer que se ha expresado, compartido su historia le ha dado la bienvenida a sus lagrimas, las ha liberado, soltado y compartido. Necesitamos de estos espacios seguros para expresar lo que sentimos.
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Pienso que hay algo muy reparador y empoderador en que las mujeres podamos reunirnos en círculo y bien-venir nuestras lagrimas, así como nuestras alegrías y ser testig@s de la experiencia de cada una, honrándola, sin juicios.
¿Cómo es tu experiencia con la tristeza?
¿Qué mensajes recibiste sobre ella?
Si deseas compartir tu experiencia, eres bienvenida Mujer.