UN BOQUERÓN EN EL SUPREMO
Mi columna de hoy en el diario Sur
El oficio de juez no permite el cumplimiento íntegro del mandato bíblico: “No juzguéis a nadie y Dios no os juzgará a vosotros”, pero Francisco Arroyo Fiestas ha logrado, a lo largo de su extensa carrera, una equilibrada convivencia entre el mencionado precepto divino y las leyes humanas cuyo imperio deben preservar para el bien de todos. Es “boquerón”, aunque no por ello se olvida de su Jaén natal, y en el solar malacitano ha desarrollado la mayor parte de su vida. Ingresó pronto en la carrera judicial (23 años), precocidad que no fue producto del azar, sino de una “pechá” de estudiar para controlar un temario extenso, cuyos primeros temas ya “cantaba” a su preparador antes de terminar la carrera en Granada. Tras un breve periodo en varios Juzgados de nuestra España, llega sin superar la treintena a la Audiencia Provincial de Málaga, de la fue presidente desde 2002 a 2011, año en el que accede a Magistrado de la Sala 1ª de Tribunal Supremo. Por medio, lo tuvo claro a la hora de organizar su vida, uniendo a la misma a su esposa Aydí, criando juntos a sus 3 hijas, y ahora ejerciendo de abuelo, lo que no impide variados recorridos en bicicleta por las carreteras de la provincia.
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Mis actuales tareas como Letrado en el TS me han permitido estrechar con Francisco un trato, que ya comenzó en mi etapa de concejal, y que se prolongó en esporádicos pero muy gratos encuentros, donde nunca olvidaré la cariñosa presentación de mi ponencia en unas jornadas jurídicas donde actuaba como moderador. Ha sido mi primer año en el TS, y el último suyo como magistrado (por su jubilación), una afortunada coincidencia marcada por semanales idas y vueltas en el AVE, con muchas comidas y caminatas compartidas. Y como ambos somos de hablar, nos ha dado tiempo a tratar lo divino y lo humano, sin descuidar, cada uno en lo suyo, la interminable carga de curro que soporta la máxima instancia del sistema judicial español. Arroyo no ha querido ser un juez “estrella”, pero ha brillado con luz propia, asumiendo como ponente innovaciones en la jurisprudencia sobre temas tan importantes como la custodia compartida y la pensión compensatoria en los divorcios, siendo además pionero en la protección de los consumidores en la contratación bancaria, de los adquirentes de viviendas frente a los defectos de construcción, o de los discapacitados en su condición de perjudicados frente a una aseguradora, así como en otras materias de marcado carácter social. En otras palabras, con su doctrina ha contribuido a los valores constitucionales de igualdad y justicia.
Y todo esto lo ha hecho nuestro malagueño de adopción sin estridencias, con una naturalidad pasmosa que hacía que sus altas funciones nunca fueran obstáculo para ganar merecida fama de cercanía y amabilidad entre las personas que trabajamos en la Plaza de París, con especial atención a las que tienen tareas auxiliares (que para algunos engreídos, pasan desapercibidas). Querido amigo, un lujo que sigas “apalancao” en nuestra tierra.
ABOGADO
1 añomagnífica semblanza de un buen amigo mio.
Abogado en Diputación Provincial de Málaga
1 añoEs cierto Pedro, un gran jurista y mejor persona!!
EX-DIRECTOR DE LA ESCUELA DE PRACTICA JURIDICA IC DE PROCURADORES MALAGA en ILUSTRE COLEGIO DE PROCURADORES DE MALAGA
1 añoNo puedo estar más de acuerdo con todo cueanto expresas. Yo añadiría incluso que, aún cuando una sentencia dictada por el no te la razón, sigue siendo motivo para darle las gracias por todo lo que puede llegar a enseñarte en la misma. Un gran Juez, un gran jurista y una gran persona.
Abogada en Unicaja Banco
1 añoAsí es, y tengo la enorme suerte de que Francisco Arroyo sea mi padre. No solo es un brillante jurista que ha dejado su huella en el mundo jurídico, como bien ha resaltado Pedro Moreno en su magnífico artículo, sino que además es inigualable como persona y como padre. Soy de las que opinan que los sentimientos mejor en privado, pero me han brindado la oportunidad en bandeja. Si algo define a mi padre y permite distinguir su impronta, ya sea en lo personal o en laboral, es su capacidad de entrega y servicio a los demás (SLPS). Siempre dispuesto a escuchar y a ayudar, siempre con sabios consejos. Su empatía y humildad lo hacen especial. Y, por si fuera poco, además es tremendamente divertido. Mi hijo, su nieto, lo define con estas palabras que, en mi opinión, no pueden ser más acertadas: SUPREMO. Así es papá, eres supremo, en todos los ámbitos de la vida. Es un orgullo tenerte como ejemplo. GRACIAS.