Un divertido video que nos demuestra que desear y elegir correctamente no es nada fácil!
Sí, las apariencias engañan. No todo lo que brilla es oro y nada es tan obvio o descontado como parece...
- Daniel Prieto
- Conocimiento personal
- 16/11/2016
¿Qué harías si tuvieras un millón de posibilidades? Si tu libertad de un momento a otro se viese libre de los tantos obstáculos exteriores que la impiden y se te manifestase de golpe ante los ojos un horizonte infinito de elecciones. ¿Qué diría tu corazón? ¿Serías fiel a ti mismo o cambiarías? ¿Cuáles caminos tomarías? ¿Con qué sueñas de verdad? Si tuvieras –siguiendo el video– tanto dinero que el mundo se postrase literalmente a tus pies ¿qué desearías?, ¿qué elegirías?, ¿hacia dónde tienden los afectos de tu corazón…? No te adelantes. No des la respuesta del manual: esa del buen cristiano. Mejor adopta una postura socrática, como el tipo del video: responde con la misma mirada absorta “no sé”, primero, y ahora con paciencia crítica sumérgete en las esferas silenciosas de tu interior. Desciende en las profundidades de ti mismo y examina tu conciencia, de modo que puedas revelar con sinceridad los pensamientos que en su fondo posan. Porque, ¿sabes? tal vez te lleves una sorpresa. Sí, las apariencias engañan. No todo lo que brilla es oro, y nada es tan obvio o descontado como parece.
Esto que digo no es nuevo, desde los mismos albores de la Iglesia con los Padres del desierto, hasta nuestros días, han pasado, y siguen pasando, miles de grandes maestros espirituales que nos advierten cuán engañoso y delicado es este mundo de los afectos y elecciones. De hecho, por citar un ejemplo ejemplar, San Ignacio, el gran maestro espiritual en lo que a discernimiento, deseos y elecciones respecta, durante la famosa convalecencia que lo llevara poco a poco a la conversión, comprendió cuán profundo e importante era este mundo de las mociones espirituales para desenmascarar aparentes bienes que no nos llevan a Dios. Luego, como para rematar el asunto, en el transcurso de su vida recibió diversas y especiales luces por parte de Dios que lo confirmaron y le permitieron concretar un método para encausar el corazón hacia su auténtico principio y fundamento; me refiero a los famosos ejercicios espirituales ¿Por qué? Porque, como venimos diciendo, desear y elegir correctamente no es cosa fácil. Porque en el fondo nuestro corazón ha sido, y sigue siendo, constantemente herido por el pecado que distorsiona nuestro interior. Y esto plantea un dramático dilema cargado de tensiones. Sí, cada uno de nosotros puede experimentar esta tensión espiritual de las elecciones. La continua fragua por encontrar el camino correcto; ese que nos permita configurar nuestra voluntad con la voluntad de Dios, para así lograr la contemplación para alcanzar amor (en palabras ignacianas).
Sin embargo, no son muchos los que después de experimentar dicha tensión pasan a tomar cartas en el asunto, dedicando tiempo necesario a la reflexión, a la oración y al cultivo de la vida interior. Como fruto de esto, nos vamos debilitando, quedándonos casi sin conciencia a merced de los afectos desordenados que además, hoy por hoy, el mundo estimula sin vergüenza. En ese sentido, cuando nos descuidamos y dejamos de cultivar un espíritu crítico y perdemos una visión clara del norte hacia el cual dirigimos nuestra vida y elecciones, nos quedamos sin aparentes respuestas (como el tipo del video), lo cual en realidad se vuelve terreno fértil para que afloren muchos deseos mundanos encubiertos que han ido anidando en lo más profundo de nuestro corazón. En esa situación, no es difícil ser enganchado y arrastrado por una serie de falsos deseos y afectos desordenados, que responden más a los intereses de una sociedad consumista y materialistas, que a los deseos auténticos que ha depositado en nosotros (y con los cuales nos guía) Dios.
El argumento central, este video debería llevarnos a retomar un sano examen de conciencia, a través del cual primero recuperemos ese horizonte positivo y hermoso para el cual hemos sido creados y hacia el cual tiende nuestra existencia. Así podremos encausar nuestros afectos y elecciones de manera recta, y también en un segundo momento arrancaremos a tiempo las malezas de los afectos desordenados:
«Es cuestión de disciplina, me decía más tarde el principito. Después de terminar la higiene matinal, hay que hacer con cuidado la limpieza del planeta. Hay que obligarse regularmente a arrancar los baobabs en cuanto se los distingue de los rosales, a los que se parecen mucho cuando son muy jóvenes. Es un trabajo muy fastidioso, pero muy fácil»
Es fundamental, en un mundo tan líquido y estimulante (debido entre otras cosas a las nuevas tecnologías), mantenerse en espíritu de discernimiento constante, afinando nuestros deseos y afectos con la oración, cultivando un corazón puro, libre de las ataduras, manipulaciones y sujeciones de los impulsos mundanos, de tal manera que podamos discernir y optar desde una libertad libre (valga la redundancia), y no aparente o esclavizada. La libertad a la que somos constantemente llamados: de la gloria de los hijos de Dios (Rom 21,8). Tal vez entonces surgirán desde lo profundo proyecciones no forzadas de ideales cristianos, como por ejemplo utilizar la riqueza para socorrer a tantos hermanos que aún viven en condiciones de extrema pobreza, en vez de por el contrario despilfarros mundanos en lujos banales.
En suma, creo que todo lo dicho se puede sintetizar sin paragón en lo que dijo el Maestro de todos los maestros espirituales, más aún en lo que a comprender los corazones y ordenar la vida según el plan de Dios se refiere, decía a sus discípulos:
«No acumulen ustedes tesoros en la tierra, donde la polilla y el moho los destruyen, donde los ladrones perforan las paredes y se los roban. Más bien acumulen tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el moho los destruyen, ni hay ladrones que perforen las paredes y se los roben; porque donde está tu tesoro, ahí también está tu corazón» (Cfr. Mt6, 19-23)