Una dieta para la mujer empresaria

Una dieta para la mujer empresaria

Es habitual que la mujer empresaria esté sobrecargada de tareas y responsabilidades y que además de su faceta empresarial deba hacerse cargo de la familiar en la mayoría de ocasiones. ¿Es factible que una mujer empresaria pueda comer bien y cuidar la alimentación de los suyos?

Sí. Es posible y es real. Eso sí, hace falta conocer algunas claves y ponerse manos a la obra.

El consejo más importante que puedo dar a la mujer empresaria es que antes de nada establezca un compromiso consigo misma para darse el cuidado necesario en la alimentación, que le permita vivir su mejor versión. Debe prestar especial atención a la organización, para hacer hueco a una alimentación sana, que la nutra además de alimentarla, que le permita no solo tener un cuerpo bonito y una piel radiante sino también mayor agudeza mental, creatividad y estabilidad emocional. De otra manera, pospondrá sus necesidades a un eterno “más adelante” y, tanto ella como después su entorno profesional y afectivo, se verán finalmente afectados.

Una buena organización nos facilita mucho las cosas: reservar un día para programar las comidas de la semana y las compras necesarias; y cocinar con antelación. Se puede cocinar de más y congelar; o dejar ya listos en recipientes herméticos arroz u otro cereal cocido, legumbre guisada, verduras variadas cocidas, e ir utilizándolos a lo largo de la semana para preparar las comidas correspondientes. Esto le ahorrará mucho tiempo al día pues sólo tendrá que ocuparse de mezclar los ingredientes necesarios y preparar en el momento el producto fresco: un pescado al horno, una tortilla, una pechuga de pollo o de pavo a la plancha, etc. Y evitará caer en la tentación de alimentarse con productos de poca calidad.

Además del cariño propio y la buena organización, no pueden faltar en la cocina de la mujer empresaria:

  • La verdura y la fruta, alimentos alcalinizantes por excelencia, necesarios para contrarrestar el efecto acidificante de su exigente ritmo de vida.
  • Los frutos secos (nueces, almendras, avellanas, piñones, pistachos, anacardos) y las semillas (de calabaza, girasol, lino, sésamo, chía), auténticas cápsulas de vitalidad y salud, ricas en antioxidantes y grasas saludables.
  • Y la proteína de buena calidad: legumbre (lentejas, garbanzos, alubias, guisantes), carne ecológica, pescado salvaje, huevos de producción ecológica. Aportan la materia prima necesaria para construir y reparar nuestro organismo y para fabricar sustancias imprescindibles para la vida.

¡Y no debe olvidarse de la hidratación! La buena hidratación es la base de la salud y es frecuente que las prisas o la atención a otras tareas nos distraigan de la necesidad de beber y pasemos horas sin hidratarnos. Esto es especialmente importante durante los viajes, sobre todo en avión, y cuando pasamos muchas horas en edificios cerrados y con ventilación artificial. ¿Lo ideal? Agua de manantial de mineralización débil, en recipientes de vidrio y a sorbitos.

He hablado de lo que nos conviene comer o beber y no sería una recomendación completa si no mencionara lo que NO debemos tomar. Es prioritario sacar de la despensa “los tres blancos”: las harinas refinadas, las grasas trans y el azúcar, un requisito fundamental para mantener (o recuperar, en caso necesario) la salud y la vitalidad de la mujer empresaria y optimizar sus esfuerzos al máximo. Estos son los alimentos que más promueven el envejecimiento, el desequilibrio hormonal y la inflamación, base de numerosas enfermedades hoy en día, incluido el cáncer.

www.isabelbelaustegui.com

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