Una empresa es tan innovadora como lo son cada uno de sus directores
En economías avanzadas, la innovación es la principal palanca de diferenciación y por lo tanto de competitividad para cualquier empresa.
Para potenciar dicha innovación, hay empresas que simplemente van a buscarla allí donde se encuentre y para ello fichan talento que aporte ya dicho perfil creativo y sobre todo con capacidad para hacer real dicha innovación, y por otro lado o en paralelo, invierten grandes cantidades de dinero en formación y aplican nuevas metodologías que fomente la capacidad inventiva y de generar nuevos servicios y productos para el mercado, sin embargo, y pese a todo el esfuerzo realizado, pocas compañías acaban observando grandes avances en ese objetivo.
Las razones para ese aparente fracaso en el ámbito de la innovación son diversas:
1. Los propios directivos. Los miembros del equipo directivo han de ser los primeros innovadores y no todos los miembros lo son de forma que a veces, ni el propio CEO, está orientado a innovar realmente, un problema que se detecta inmediatamente en el hecho de disponer o no de presupuesto para lanzar proyectos innovadores y, sobre todo, en el soporte que se ofrece por su parte a la implementación efectiva de los mismos".
"Si un director de departamento no cree realmente en innovar, automáticamente frena cualquier talento innovador en su equipo"
2. No identificar el talento innovador y darle capacidad real de trasformación. No todo el mundo puede o quiere ser innovador en una empresa, pero hay personas con una gran capacidad para generar ideas y con gran entusiasmo para implementarlas que muchas veces son ninguneadas en la organización.
Estas personas no necesitan motivación; sin embargo, sí les resulta imprescindible contar con apoyo organizativo. Las organizaciones se ahorrarían mucho dinero en planes complejos de fomento de la innovación de forma general si dedicasen su presupuesto a identificar a los innovadores y potenciar su capacidad transformadora en sus empresas"
Incorrecta priorización. Este es el tercer error en el camino hacia la innovación. Si realmente la innovación es un factor de máxima importancia para una empresa, este hecho debería verse reflejado en dar una mayor capacidad de gestión a los innovadores que a los que no lo son, ya que muchas empresas se estancan en sus procesos de evolución porque, aunque quieren innovar, este objetivo no está realmente en el listado de prioridades de la compañía.
En resumen, si se desea que nuestra organización sea realmente innovadora, se debe identificar el talento realmente innovador disponible, formarlo en métodos de gestión orientados a la innovación, ofrecerle la capacidad de gestión necesaria para innovar y formar a la organización en métodos de diseño e implementación de innovación para fomentar procesos de mejora continua.