Uno más Uno: la importancia de las empresas sociales en la erradicación de la pobreza.
Escrito por: María Martha Passadore
Escuché la historia de TOMS poco después de haber visto en Londres sus zapatos por primera vez. Me llamaron la atención enseguida ya que parecían ser una versión cool de la clásica alpargata rioplatense. Y lo eran. Blake MyCoskie el fundador de la empresa ideó las zapatillas TOMS en un viaje por Argentina, inspirado en la alpargata pero además, llamado por una causa: armar una empresa para poder calzar a los niños pobres que no tienen calzado.
Quince años después, TOMS es una empresa con 700 empleados, que produce zapatillas en 6 países diferentes y qué, además de donar calzado para 60 millones de niños, ha comenzado otras campañas de apoyo a la pobreza en diferentes áreas (vista, agua potable, parto seguro y necesidad de cariño).
Hay muchos emprendedores que, cómo Blake MyCoskie ponen el valor social como indicador a la hora de pasar raya y medir la rentabilidad del negocio. Éstos emprendedores miran en la base de la pirámide en busca de necesidades, de problemas; y elaboran soluciones para atacarlos. Atrapan una causa social y se la ponen al hombro, transforman lo que podría ser un simple acto de caridad, en una empresa y se ponen a trabajar duro en transmitir la pasión a otros; en formar un equipo.
“Los emprendedores sociales no se conformarán con dar un pescado o enseñar cómo pescar. Ellos no descansarán hasta revolucionar la industria de la pesca.“ comenta Bill Drayton, fundador y CEO de Ashoka
Estoy convencida que los emprendedores pueden cambiar la economía de un país, agregarles valor, crear industrias más innovadoras que generen más y mejores puestos de trabajo, mejores salarios y mejores condiciones. Si además, el motus que guía a los emprendedores es social, el impacto y la transformación es aún mayor.
Estos emprendedores se largan al mercado emprendiendo una nueva forma de hacer negocios, transmitiendo con pasión, entusiasmo, y en voz alta y contagiosa, su compromiso social. Incluso esa voz llega a nivel de gobierno provocando la creación de nuevas legislaciones y regulaciones que amparen las crisis sociales y medioambientales que enfrenta el mundo. Esperar a que el gobierno nos obligue a ser socialmente responsable es el primer error que comete el empresariado, incluso guiarnos estrictamente al ámbito amparado por la ley es otro error frecuente.
Los empresarios y líderes de organizaciones cuentan con herramientas que pueden cambiar la realidad de millones de personas que viven en la pobreza. Según Mohammed Yunus, “la pobreza tiene muchas facetas, una empresa social debe enfocarse desde muchas perspectivas y ningún planteamiento es insignificante.“ En este sentido el impacto que las empresas puedan tener en la pobreza es visible siempre que se ataque responsablemente y se evalúen a las acciones de manera colectiva. Por lo que, cuántas más empresas entiendan el valor del desarrollo social como parte de su estrategia de diferenciación, mayor será el impacto en la erradicación de la pobreza. Una acción evaluada unitariamente puede carecer de impacto, pero si las empresas se comprometen con acciones sociales, la brecha entre la pobreza y la riqueza se estrecharía cada vez más.
Historias como la de MyCoskie son solo la punta de un iceberg cuyo potencial no tiene limites. Solo resta imaginarnos cómo sería el mundo si las grandes empresas ejercieran un compromiso real con la sociedad. ¿La realidad cambiaría, cierto?