Venezuela, cuando se acaban las opciones
Venezuela se encuentra atrapada entre la política y la realidad. Todas las soluciones propuestas para atender la profunda crisis que atraviesa el país apuntan a revertir las políticas erradas implementadas por Hugo Chávez —y continuadas por Nicolás Maduro— y que prácticamente han dejado al país paralizado. Son ya de fama mundial las terribles penurias que sufren los venezolanos para conseguir alimentos y medicinas. Esto, sin contar el colapso del sistema eléctrico y la incompetencia de los cuerpos de seguridad para proteger a los ciudadanos de las bandas criminales que operan a sus anchas en el país. La lista de problemas es interminable. Pero en cuanto a las soluciones, que cada vez son más escasas, si bien todas apuntan a revertir el proceso revolucionario, ninguna tiene la capacidad de resolver la situación crítica del día a día. Ni siquiera el referéndum revocatorio impulsado por el líder opositor Henrique Capriles podría ofrecer soluciones inmediatas. Es así, es duro, y hay que entenderlo.
El miércoles pasado, horas después de que el Secretario General de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro, invocara la aplicación de la Carta Democrática a Venezuela, la delegación argentina llamó a una sesión especial para discutir las opciones que se encuentran sobre la mesa para atender la situación del país. Mucho se ha discutido sobre las motivaciones de Argentina para, de cierta forma, bloquear la iniciativa del Secretario General, y desviar el curso hacia la implementación de una solución orientada al diálogo entre el gobierno venezolano y la oposición.
La opción aprobada por consenso y expuesta en una declaración impulsada por México, apoya la iniciativa del grupo de expresidentes (José Luis Rodríguez Zapatero de España, Leonel Fernández de República Dominicana, y Martín Torrijos de Panamá) que ha venido procurando un posible diálogo entre los distintos factores políticos venezolanos y el gobierno. Además, la declaración hace alusión a la utilización de procesos constitucionales para “consolidar la democracia participativa”, en lo que pudiera interpretarse como un guiño a la alternativa del referéndum revocatorio. ¿Y qué hay de malo con esto? ¿Por qué hay gente molesta ante el planteamiento de un diálogo? ¿Qué puede ser más efectivo que una solución planteada entre los interesados y cimentada bajo la buena voluntad de las partes?
El problema es que la buena voluntad del gobierno venezolano escasea tanto como las medicinas y los alimentos. Un día después de haber firmado la declaración, las autoridades electorales cancelaron una reunión que tenían con la oposición para avanzar sobre el proceso de referéndum que se activó, y que el gobierno ha venido obstruyendo durante las últimas semanas. El mismo día, se implementó un nuevo plan de regulación de alimentos basado en el reciente decreto de estado de excepción firmado por el Presidente Nicolás Maduro, a todas luces inconstitucional, y que tuvo como resultado una serie de manifestaciones espontáneas cerca del palacio de gobierno, en las que resultaron agredidos cerca de 19 periodistas por civiles armados afectos al movimiento chavista.
En principio, la oposición espera que, sea diálogo o Carta Democrática, el resultado lleve al referéndum revocatorio (sobre los tiempos de éste se podría escribir una telenovela). Pero la realidad es que, así se accediera a llevar a cabo el referéndum el día de mañana con toda la ayuda del gobierno, eso no serviría para atender la realidad de los venezolanos. El tango político que se requiere para revertir las políticas del chavismo podría llevar años, y el referéndum —considerando que el chavismo ya perdió el parlamento— sería simplemente un segundo paso.
Los venezolanos necesitan alimentos, medicina, y seguridad. Más que necesidad, es una urgencia. El tiempo apremia. La comunidad internacional, en su mayoría, pareciera apartarse para no terminar salpicada en estiércol.
El gobierno abusa de su débil posición. Quizás confían en que después de 17 años de sumisión el venezolano ya ha sido domesticado. Pero hacen mal en ignorar la realidad. Hacen mal en insistir en las mismas políticas, y darle la espalda a gente que nunca se ha encontrado en una situación como esta. Es como darle la espalda al mar.
Del otro lado de la baranda se encuentran los militares, a quienes se les invoca como si no fuesen ellos quienes llevaron al país al lugar en que se encuentra. Mientras la brecha se cierra, algunos corren para que no sean los de verde quienes tengan la última palabra, y otros, tanto en el gobierno como la oposición, parecen contar con ello.
Que Venezuela podría terminar en un escenario de quiebre constitucional. Sí. ¿Y? ¿Cuál sería la novedad?
Publicado originalmente en Lexlatin