Ventajas económicas y medioambientales de la energía eólica
En los últimos años, la agenda global ha reforzado su compromiso con un mundo sostenible que no comprometa el futuro de las nuevas generaciones. En esta alianza mundial a favor del desarrollo sostenible de nuestro planeta, las energías renovables juegan un papel clave gracias a su disponibilidad y a su proceso de producción, que es significativamente menos contaminante que las energías convencionales o combustibles fósiles.
Se trata de un asunto relevante que los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU contemplan en su objetivo número siete “energías asequibles y no contaminantes” con el propósito de “aumentar la proporción de energía renovables en el conjunto de fuentes energéticas”.
En el proceso de transición energética hacia energías limpias, la tecnología eólica tiene una fuerte presencia. A nivel global, la energía eólica ocupa el segundo puesto después de la hidráulica en términos de abastecimiento de la demanda de energía, según indica la Agencia Internacional de la Energía (IEA, por sus siglas en inglés).
Además, en los mercados estratégicos de EE.UU., la Unión Europea y China, la integración de esta energía en el sector energético es cada vez mayor. En países como España, la eólica es la segunda tecnología del sistema energético, representando el 19% de la cobertura de la demanda eléctrica y abasteciendo a 12 millones de hogares.
Ventajas de la energía eólica
Sus beneficios económicos y medioambientales explican el desarrollo del sector eólico. En primer lugar, el avance tecnológico y las economías de escala aumentan la eficiencia y competitividad de este sector. Gracias a la reducción de los costes por inversión y mantenimiento de los aerogeneradores, la energía eólica está cada vez más en condiciones de competir en precio con los combustibles fósiles, aunque no en continuidad del suministro.
A estos factores hay que sumarle que el sector eólico contribuye a la bajada de los precios en el mercado eléctrico siempre y cuando “sople el viento”. El coste de obtención del viento es cero y, como consecuencia, los productores pueden ofertar la electricidad en el mercado a un precio más bajo con respecto a las energías convencionales.
De esta forma, cuanto mayor sea el porcentaje de electricidad generada gracias a la fuerza eólica, más económico será el KW por hora en el mercado mayorista en un determinado día, algo que incide en cierta medida en la factura de la luz.
Invertir y hacer uso de los parques eólicos contribuye a la preservación del medio ambiente y a la reducción de la huella de carbono. En España, segundo europeo y quinto mundial en potencia instalada, la producción de energía eólica evitó la emisión de 25 millones de toneladas de emisiones en 2018.
En España, gracias a la producción propia de energía eólica, el porcentaje de dependencia energética ha disminuido en la última década casi 8 puntos porcentuales: en 2006 se situaba en 80% y en 2017, en 72,3%.
Por último, cabe destacar que, al igual que el resto de energías renovables, la eólica aporta otros beneficios socioeconómicos como la generación de empleo y de riqueza de los países. Se estima que el crecimiento del PIB mundial entre 2018 y 2050 generará un beneficio adicional de 52 billones de dólares (47 billones de euros) al crecimiento que habría si se mantuviese el ‘statu quo’.
Además, los datos de 2018 de la Agencia Internacional de las Energías Renovables (IRENA), indican que el sector de la energía eólica contribuye con 1,2 millones de empleos del total de once millones que generan la industria de las energías renovables en su conjunto. Una cifra de puestos de trabajo que, gracias a la creciente diversificación de la cadena de suministro de energías renovables, se puede extrapolar más allá de los mercados clave para dicha industria.