Violencia adolescente
Los medios de comunicación nos muestran a diario hechos de violencia protagonizados por adolescentes. Algunas veces solos, otras en grupo, el uso de la fuerza, la ira y la desmesura, casi siempre condimentadas con alcohol, drogas, o ambas a la vez, los convierten en protagonistas de situaciones que pueden arruinar su destino y el de otras personas.
¿Qué hay detrás de estas conductas violentas?
Frustración, malestar, irresponsabilidad, dificultad para tolerar lo que sienten y lo que no pueden.
Al sentirse débiles e inseguros buscan “fortalecerse” de la manera más rápida que encuentran, confundiendo el tener músculos con ser fuertes, la violencia con la potencia, el beber sin límites con el aguante, o el consumo de sustancias con una seguridad que termina cuando se pasa el efecto.
¿Podemos hacer algo?
Es nuestro deber como padres, como parte de las instituciones, como sociedad, intentar comprender lo que lleva a los jóvenes a involucrarse en situaciones con consecuencias tan graves. Es una oportunidad para pensar y actuar en consecuencia.
¿Por dónde empezar?
Podemos reflexionar en grupos de padres, responder los interrogantes que surgen ante situaciones tan penosas.
También podemos ayudar a los adolescentes a reflexionar acerca de las dificultades que surgen en su encuentro con los límites, el respeto, la convivencia y la responsabilidad. Ayudarlos a tomar conciencia de las cosas que los desvían del camino hacia la adultez, de las cosas que perturban un adecuado desarrollo.
Todos esperamos que nuestros hijos hagan su propio camino en la vida, que se sientan libres, pero también deseamos que no pierdan el rumbo, y que, cuando sientan que las circunstancias lo ameriten, puedan ser capaces de decir “basta”.