WeCrashed: el primer coworking fue un pelotazo de increíbles consecuencias
Traducción castiza de la innovadora serie de Apple, WeCrashed, basada en hechos reales. Su título, en realidad, es una treta narrativa para poner el acento en un pequeño traspiés que dio el mundo del coworking nada más empezar a andar. Sí, los visionaros creadores del primer negocio eran raretes. Pero la idea… ay, la idea… Era genial.
WeCrashed muestra el ascenso lleno de codicia y la caída inevitable de WeWork, una de las nuevas empresas más valiosas del mundo, y los narcisistas cuyo amor caótico lo hicieron posible.
Vamos a ser sinceros: la historia romántica que subyace en el guión de la nueva serie de Apple We Crashed nos importa poco, casi nada o nada. Lo que nos remueve la conciencia de baby boomers pasmados instalados en un siglo bastante incomprensible es que una peripecia tan reciente del mundo del business tenga componentes míticos.
Resulta que la primera aventura del planeta coworking, que apenas cuenta con quince años de vida, ya es historia. Y los magos de las series en streaming se permiten guionizarla a partir de la relación tormentosa de sus protagonistas. El bueno de Herodoto trabajaba con materiales de cinco siglos anteriores. Ahora todo va tan rápido que mirar cinco años hacia atrás nos parece atisbar la eternidad. Si los avances tecnológicos nos sacuden en progresión geométrica y nos hace imposible estar al día, ¿por qué no había de hacerlo la narrativa del cine?
We Crashed narra el ascenso y caída de WeWork, una de las startups más valiosas del mundo.
La serie narra cómo la compañía pasó de ser un único espacio de coworking incipiente a una marca global con un valor de 47 mil millones de dólares en menos de una década. El matrimonio de emprendedores formado por Adam y Rebekah Neumann construyó en menos de diez años un imperio basado en las aspiraciones laborales de los millennials. Luego, en menos de un año, su valor se desplomó. ¿Qué sucedió?
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La serie nos lo explica con abundante parafernalia psicológica y unas gotas de romanticismo posmoderno. Como toda buena narración, los sucesos se interpretan al ritmo de la extraña personalidad de la pareja de visionarios y su compleja relación. Seguro que las cosas fueron un poco más prosaicas de lo que nos quieren vender. Da igual.
Lo importante es que la idea era, más que buena, genial. Neumann vio lo que se nos venía encima y, sobre todo, calibró los deseos de una nueva generación de chavales nacidos al calor de las excentricidades de Silicon Valley y sus popes con zapatillas deportivas. Y creó espacios para ellos que tuvieron un éxito inmediato. Era tan fácil de vender el producto y el campo estaba tan virgen que los inversores cayeron como moscas golosas al panal que se convirtió en una burbuja de miel.
Hubo sus más y sus menos, sí. Los personajes que interpretan Jared Letto y Anne Hathaway nos lo explican. Pero el cambio ya estaba en marcha y los jóvenes trabajadores con sus portátiles le dieron una patada a la mesa asignada y decidieron que preferían el futbolín (entiéndase por futbolín el horario hiperflexible, el espacio híbrido y quedarse en casa en pijama algunos días). Era imparable como podemos comprobar viendo el auge brutal que adquieren los espacios de coworking en todo el mundo.
WeWork sigue siendo un imperio en el universo de los coworkings y, lo más importante, este formato de trabajo en espacios flexibles ya ha entrado en la mitología moderna. No conocerlo a fondo significa estar fuera. ¿Quién quiere estar fuera?
Marcel Benedito, Director Editorial de DISTRITO OFICINA