¿Y ahora qué? Cuando la inteligencia artificial hereda la creatividad humana
Desde hace años existe el debate acerca de si las inteligencias artificiales nos quitarán el trabajo o no. Siempre se argumenta a favor de la creatividad humana como un bastión inexpugnable, pero lo cierto es que recientemente estamos viendo que la IA está rompiendo barreras a una velocidad inquietante. Ahora la creatividad es conjunta entre humanos y máquinas, lo que plantea serias reflexiones.
Para empezar, tenemos que hablar de Midjourney, DALL-E (un acrónimo que fusiona la película Wall-e y al pintor Salvador Dalí) y el resto de herramientas que crean imágenes a través de una herramienta de texto inteligente. En los últimos meses, Internet se ha llenado de ilustraciones, muchas de ellas sorprendentes, realizadas por inteligencias artificiales.
El entusiasmo ante los resultados se ha visto confrontado por algunas voces en estado de alarma. Es lo que tiene: que un software sea capaz de cosas como estas puede llegar a asustar.
Un portal en mitad de la naturaleza.
Un selfie hecho por soldados en las trincheras.
Un astronauta en un mundo alienígena.
Todos ellos son ejemplos de Midjourney. El proceso es sencillo: el usuario escribe el comando /imagine seguido de lo que quiere que la IA dibuje (cuanto más concreto y preciso en los detalles, mejor). De esta manera, el software genera en segundos cuatro imágenes según los parámetros, dejando al usuario observar cómo estas van construyéndose. Después, es posible escalar los detalles de cada una de esas imágenes instándole al programa a que añada mejoras.
Recientemente, un diseñador de juegos llamado Jason Allen ganó un premio de edición de fotografía en Estados Unidos mediante una imagen que había generado a través de Midjourney. Este caso levantó polémica en medios y redes sociales, sobre todo por parte de otros participantes y expertos, por considerar a Allen un tramposo. Esta fue la foto ganadora.
La polémica ya venía servida de antes. Las IAs no parten de cero: crean tras haber sido entrenadas con millones de imágenes de Internet. Algunos artistas se quejan de que existe cierta opacidad en este proceso y que no hay posibilidad de establecer hasta qué punto se ha utilizado una imagen original. Organismos de la propiedad intelectual también comienzan a reflexionar sobre cómo adaptar las leyes del copyright ante el auge de la inteligencia artificial.
¿Podemos considerar autor a una IA? ¿Está infringiendo los derechos de autor de los dibujantes o creadores originales de una fotografía? La respuesta no es sencilla y, desde luego, podría llevarnos a escenarios verdaderamente revolucionarios.
Lo cierto es que los humanos históricamente nos inspiramos los unos en los otros. La IA está heredando esa característica intrínseca en la naturaleza de su desarrollo que, en efecto, es humana. Sencillamente, no puede crear algo de cero sin apoyarse en todo un conjunto de estímulos previos. Bienvenidos a la imaginación humana.
Una peculiaridad es que “Midjourney es una comunidad abierta que permite que otros usen y remezclen sus imágenes y avisos siempre que se publiquen en un entorno público”, según la propia empresa. Lo que significa que incluso si dedicas mucho tiempo a redactar indicaciones muy precisas para crear una imagen, otro usuario puede utilizarla como base para su propia experimentación y, en teoría, crear trabajos derivados que son extremadamente similares a “los tuyos”.
Otro tema es el plagio. Tú puedes pedirle a Midjourney una imagen realizada siguiendo el estilo de un artista reconocido. Aquí es donde se complica el reto, pues es difícil hablar de un estilo en términos de derechos de autor.
¿Quién asume la autoría entonces? ¿Quién la defiende? ¿La persona que le describió a la IA la imagen que quería que crease? ¿La empresa que ha desarrollado la IA? ¿La propia IA? He leído a numerosos expertos legales hablar al respecto y, la realidad, es que no veo ningún consenso. Parece que la IA, de momento, nos ha dejado sin ideas.