¿Y si la covid-19 se estuviese transformando en la malaria de los países desarrollados?

¿Y si la covid-19 se estuviese transformando en la malaria de los países desarrollados?

Leo esta entrevista en varios periódicos nacionales "El catedrático de Análisis Matemático de la Universidade de Santiago de Compostela (USC) Juan José Nieto Roig, ha arrojado un jarro de agua fría sobre la evolución del Covid-19 al asegurar que los modelos matemáticos tienen grandes dificultades para predecir cuándo llegará el pico en la segunda ola del coronavirus."

El artículo prosigue: "El científico cree que hasta el momento la «única solución efectiva» para frenar la propagación del Covid-19 es el confinamiento domiciliario."

Cada vez que leo estas entrevistas me acuerdo de aquello que escribió Ortega y Gasset sobre "la barbarie del especialismo" y la curiosa figura del especialista, que es el paradigma del "hombre-masa": alguien que sabe mucho de un aspecto tan pequeño del conocimiento que acaba por opinar con total convencimiento de aspectos de los que no sabe nada.

Todos somos víctimas de esa barbarie y aunque no me considero ni mucho menos un super-especialista en epidemiología de enfermedades infecciosas respiratorias, ahí van como dicen los ingleses "mis 10 centavos" sobre lo que podría estar ocurriendo.

Hay un patrón curioso que se está observando recientemente en algunas zonas (ciertas regiones de España y en mi caso en un proyecto en el que trabajo para un hospital de Bogotá), que está dando muchos quebraderos de cabeza a los que llevamos unos meses elaborando modelos matemáticos para predecir el número de futuros casos que requerirán hospitalización.

Hay un patrón de "plateau" que se está observando recientemente en algunas zonas y que hace que los modelos predictivos fallen estrepitosamente.

Básicamente lo que se observa es un "plateau" en el número de hospitalizaciones y muertes. Eso hace que los modelos predictivos clásicos (basados esencialmente en sistemas de ecuaciones diferenciales más o menos sofisticados que tratan de representar dinámicas de transmisión de enfermedades infecciosas en poblaciones susceptibles) fallen estrepitosamente. Observamos ese patrón por ejemplo en Colombia, Madrid, Brasil o México (con algún fenómeno de estacionalidad semanal seguramente secundario a los patrones de notificación de fin de semana).

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Es bien sabido que el comportamiento natural de una epidemia sigue un patrón de crecimiento "explosivo" (que no exactamente exponencial), para luego, de forma súbita y "sorprendente", tomar el camino contrario y desaparecer de manera misteriosa.

La historia de la humanidad así lo atestigua, la plaga de Justiniano, la peste negra, la gripe española o las plagas de Egipto venían, mataban a millones de personas y luego súbitamente desaparecían. De esto se beneficiaron por supuesto las castas sacerdotales y el poder político asociado a ellas pues era fácil convencer a la asustada muchedumbre de que la plaga había desaparecido gracias a los sacrificios u ofrendas a los dioses, de los que ellos eran los representantes en la Tierra.

Es así como de hecho se comporta la enfermedad en países como Francia o regiones como Murcia, ambas zonas donde incluso con restricciones se observa un patrón "explosivo" en cuanto al crecimiento en el número de casos en la segunda ola, aunque aún no vemos la "zona descendente" y por tanto no es posible descartar que no vayan a convertirse en un "pleateau" en las próximas semanas:

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El comportamiento natural de una epidemia sigue un patrón de crecimiento "explosivo" para luego desaparecer de manera misteriosa.

Pues bien, hay ciertas enfermedades infecciosas que se comportan en picos epidémicos, es decir aparecen, se van transmitiendo en la población de huéspedes susceptibles, matan a algunos de ellos, otros se inmunizan (bien por respuesta específica humoral a ese patógeno o bien porque presentan resistencias previas a estar en contacto con el agente infeccioso por su genética o por su inmunidad celular). Cuando el agente infeccioso ha matado a todos los vulnerables o un número suficiente de personas se ha inmunizado es incapaz de seguir replicándose y simplemente desaparece. Tenemos entonces los "picos epidémicos" y las "olas".

Sin embargo conocemos desde hace tiempo otro patrón en cuanto a la distribución temporal de casos de una enfermedad infecciosa en el que no se observan esos picos sino que hay un número de casos más o menos constante, en ocasiones con algo de estacionalidad. Este patrón es lo que en epidemiología se denomina patrón "endémico".

Si buscas "endemia" en la literatura epidemiológica aparecen un par de enfermedades paradigmáticas de este patrón: la malaria y el dengue.

Si buscas "endemia" en la literatura epidemiológica aparecen un par de enfermedades paradigmáticas de este patrón: la malaria y el dengue.

Ambas se caracterizan por la presencia de un "tercer invitado" que actúa como "reservorio" natural del agente patógeno. En el caso del dengue es el mosquito Aedes aegipti y en el caso de la malaria el mosquito Anopheles.

En la malaria por ejemplo te encuentras que hay poblaciones que tienen unas seroprevalencias (porcentaje de personas con anticuerpos contra el patógeno por haber estado en contacto con él) elevadísimas, incluso en ciertas zonas del África subsahariana la convivencia durante cientos de años con el patógeno ha llevado a la aparición y selección natural de mutaciones genéticas que aunque son enfermedades en si mismas, ofrecen cierta protección contra la malaria. Es el caso de la anemia por células falciformes.

La posibilidad de que el coronavirus acabe convirtiéndose en una enfermedad endémica no debería excluirse.

Que la malaria sea endémica significa que nunca desaparece de la población. En esta enfermedad en concreto se convierte en algo con lo que simplemente "se convive". Los más vulnerables son los niños pequeños, de ahí la elevada mortalidad en esas edades. Posteriormente los adultos, tras superar varias infecciones acaban desarrollando una inmunidad "parcial" que hace que los episodios posteriores sean menos graves e incluso asintomáticos.

Los jóvenes podrían actuar como el mosquito en la malaria: serían en el reservorio imposible de erradicar.

Pues bien, en vista a la evolución del número de hospitalizaciones, la posibilidad de que el coronavirus acabe convirtiéndose en una enfermedad endémica no debería excluirse. Hay algunos factores que podrían favorecer este patrón:

  • Las personas con mayores probabilidades de transmitirlo por ser las que tienen más contactos sociales son las que sufren cuadros menos graves (incluso asintomáticos), es decir los jóvenes podrían actuar como el mosquito en la malaria: convertirse en el reservorio imposible de erradicar.
  • No está claro que la inmunidad humoral dure para siempre. De hecho ya hay algún caso descrito de re-infección. Si esto es así el coronavirus permanecería en circulación "ad-eternum" sin llegarse nunca a alcanzar una inmunidad de grupo (humoral) suficiente para hacer desaparecer la cadena de transmisión. Por supuesto esto es extensible a la "vacuna", que tendría que administrarse periódicamente (recordemos la gripo o el tétanos hasta hace bien poco) y sería complicado alcanzar unas tasas de revacunación suficientes.
Es perfectamente posible que la covid-19 se convierta en "la malaria de los países desarrollados"

La covid-19 endémica sería especialmente dañina en aquellos territorios donde se conjugasen tres elementos:

  • Una elevada esperanza de vida de modo que habría muchas personas mayores de 70 años susceptibles de presentar cuadros severos de la enfermedad.
  • Una baja natalidad, lo que condicionaría una estructura demográfica en "pagoda" en vez de en "pirámide", con pocos niños (que por lo que sabemos transmiten poco la enfermedad y que en países con alto porcentaje de niños podría ayudar a reducir la tasa de transmisión) y muchos ancianos.
  • Un alto grado de urbanización, gran movilidad geográfica y frecuente socialización de los grupos reservorio (los jóvenes asintomáticos).

Si esto es así es perfectamente posible que la covid-19 se convierta en "la malaria de los países desarrollados". Una enfermedad endémica con impacto profundos en la economía a largo plazo que se convertiría en una amenaza seria a partir de la edad de jubilación y o bien reduciría nuestra esperanza de vida a partir de los 60 años o bien obligaría a las personas a partir de esa edad a aislarse socialmente (al igual que los niños en el África subsahariana duermen con mosquiteras).


Luis Carrillo-Galdó

Owner-Consultant @ SquarePoint | HR Software Development

4 años

Muy buena reflexión. La realidad es tozuda y muchas veces nos empeñamos en que la realidad siga un modelo equivocado, cuando los modelos no son más que eso, modelos a los que les puede faltar un mosquito.

Miguel A. Ariño

Profesor en IESE Business School | Conferenciante | Trabajo con equipos directivos de empresas | Consultoría Estratégica | Toma de Decisiones | Risk Management | Sostenibilidad | Economía Circular

4 años

Muy interesante Julio

Pedro M. Lledó

Physician. Health Sciences Data Analyst and Programmer.

4 años

Sí; como una enfermedad crónica para la población.

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