Y si "nadie te quiere", ¡quiérete tú!
La gran parte (sino es que todas) las obras artísticas creadas por los seres humanos dicen tener su origen gracias al amor. Las más grandes historias literarias lo abordan, las canciones más populares intentan expresarlo e incontables disputas se han desatado bajo la misma justificación. Lo cierto es que todas las personas hablamos de amor, declaramos conocerlo, haberlo experimentado e incluso aseveramos amar a otras. ¿Será que de verdad conocemos el amor? ¿Cuántos somos capaces de definirlo/describirlo? ¿En realidad sabemos amar?
Para hablar de amor, necesitamos entender el concepto del mismo, Eric Fromm concibe a la persona como "un ser condenado a la separatidad, a una necesidad de fundirse con otro ser que le provea de plenitud. Amar, nos dice, no es un sentimiento sino una "voluntad", y, por consecuencia, un arte y, acaso, una necesidad". Joaquín Sabina canta que el "amor se llama el juego en el que un par de ciegos juegan a hacerse daño", Kurt Vonnegut escribió: “Un propósito de la vida humana, no importa quien está controlándola, es amar a quien quiera que esté alrededor para amar”, y Anaïs Nin dijo: “Qué es el amor sino la aceptación del otro, lo que sea que el otro sea”.
Hablar de amor es lo más humano, natural y complejo que existe. El amor se cataloga de acuerdo a la relación y rol que jugamos en la vida de la otra persona. Sentimos amor desde que nacemos, los primeros responsables (en la mayoría de los casos) de brindarnos su amor son nuestros progenitores, posteriormente la familia en la que nos desarrollamos, y a consecuencia esta sensación se expande a la par de nuestros círculos de socialización.
Resulta impensable poder homologar el concepto de amor, ya que surge en la interpretación que le da un individuo de acuerdo a su entorno y experiencias recabadas. Nace de manera particular en cada persona, y nunca podrá ser expresado ni vivido de forma idéntica.
El amor se aprende, enseña, se practica y se cultiva.
Es también un error comparar los "tipos de amor" que experimentamos. Nunca un lazo/emoción será igual (siquiera comparable) a otro. Hay una apreciación y sentimiento muy distinto hacia la madre, el padre, los hermanos, las amistades y la pareja. Incluso hay momentos más y menos intensos con cada una de las personas que pasan por nuestras vidas.
El dilema y la frustración con el amor ocurre porque estamos en una búsqueda constante, enferma e interminable de afecto, apreciación, y aprobación social.
Competimos por ser quien mas resalta, más éxito alcanza y más likes tenga. Ansiamos demostrar nuestra felicidad y plenitud en cada una de las redes sociales que tenemos a nuestro alcance. Nos aferramos a idealizar nuestra vida, y pretendemos idealizar a las personas a nuestro alrededor. Anhelamos tanto el amor que al recibir una solicitud de amistad, o incluso un mensaje nuevo, consideramos podría ser enviado por "el amor de nuestras vidas".
Somos seres tan preocupados por encontrar a esa persona perfecta y especial, aquella que acepte nuestros miedos y deficiencias, y que ame "nuestras imperfecciones" cuando siquiera somos capaces de abrazarlas nosotrxs mismos.
Nos enfocamos tanto en la búsqueda de todo aquello que carecemos en la otra persona, somos tan irresponsables que creemos que alguien vendrá a "salvarnos", a rellenar ese vacío y temor a la soledad que a diario cuestionamos, que todos hemos vivido y que pocos nos atrevemos a enfrentarlo y hablar de ello.
Creemos que somos tan suficientes para que cualquiera nos ame desmesuradamente, ¿cómo alguien podría no enamorarse de mí?. La realidad es que lo somos, pero fallamos al pretender que otros amen exclusivamente nuestros logros y virtudes, que amen nuestros amaneceres y las fotos perfectas de tus viajes en Instagram. Olvidamos que el mundo funciona gracias a un equilibrio, una paridad, y que para lograr amar y ser amado, necesitamos dejar vulnerable nuestro ying&yang.
Ninguna persona puede ser amada sin antes amarse a sí misma.
Y es que el amor es una declaración de aceptación y valentía, es saberse imperfecto entre un ecosistema repleto de seres igual de imperfectos. Es esa energía que impulsa a sacar nuestro lado más creativo, afectivo y bondadoso. El amor es fluir con aquello que nos rodea y no ocasionar daño alguno, sino evitarlo.
Antes de amar necesitamos sentir amor propio, sentirnos suficientes. Vernos al espejo con orgullo, tener las agallas de reconocernos imperfectos, de vivir tus miedos, acariciar tus sombras y disfrutar tus pensamientos más siniestros. El amor propio es expresarte o actuar como tu pasión te dicta, sin importar que tan "erróneo" parezca.
Amarse es necesario, ¿cómo puedes concebir que alguien disfrute de relacionarse contigo si ni siquiera tu lo haces? Amarse por sobre todas las circunstancias es una declaración de guerra que pocos atrevemos a realizar contra un mundo tan lleno de prototipos y concepciones de rectitud y perfección.
Amarse debe ser tu prioridad, lo primero que debes sentir al despertar, y lo último en que debes pensar antes de dormir. Amarse despejará todas tus dudas, y se llevará consigo esa soledad.
Cada que sientas que "nadie te quiere", recuerda que te quieres tú.
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