Ya va llegando el burro y el buey a ver al niño nacer.

Queridos amigos.

Nos acercamos al 24 de diciembre, una fecha especial para muchos. Aquí en la oficina, varios ya están en camino a sus ciudades para pasar la Navidad y el Año Nuevo junto a sus seres queridos. Antes de cerrar este año, quiero compartir con ustedes una breve reflexión personal.

Este 2024 ha estado marcado por grandes desafíos a nivel mundial. Desde la guerra entre Ucrania y Rusia, que ha traído un dolor inmenso y un agotamiento para ambas naciones, hasta los conflictos en Oriente Medio entre Israel, Hamas, Hezbolá e Irán. Hemos presenciado elecciones en diversos países, donde el populismo, ya sea de derecha o izquierda, sigue marcando el rumbo político. Y no podemos olvidar los desastres naturales, como la DANA en Valencia, España, que nos recuerdan la fragilidad de nuestro entorno.

En el ámbito de los negocios y la tecnología, hemos visto al S&P 500 superar los 6,000 puntos, cambios en la lista de las personas más ricas del mundo, un auge sin precedentes de la inteligencia artificial, avances en los viajes espaciales privados y un desarrollo tecnológico que sigue transformando nuestras vidas.

Sin embargo, entre tantas noticias que nos bombardean a diario, hay algo que no encontraremos en los titulares: el abrazo de un padre, el apoyo de un hermano, la compañía de un amigo. Ahí es donde entramos nosotros, los héroes anónimos, quienes no necesitamos selfies para demostrar el calor de la amistad, la solidaridad y el amor que reflejan el verdadero significado de esta temporada. Un amor que se encarna en ese pesebre humilde, donde Dios hecho hombre nos espera con los brazos abiertos.

Hoy, más que nunca, no debemos permitir que nos roben la Navidad ni su significado. Esta es una herencia valiosa de nuestra tradición judeocristiana, que ha sentado las bases de la sociedad en la que vivimos. Si no eres cristiano, o incluso si no compartes ninguna fe, mi deseo sigue siendo el mismo: que tengas unas felices fiestas y que el próximo año esté lleno de bienestar para ti y los tuyos.

El 1 de enero será simplemente el primer día de un nuevo año, un libro con páginas en blanco que nos toca escribir. Que cada uno de nosotros sepa llenarlas con bondad, esperanza y acciones que marquen la diferencia.

Un fuerte abrazo y mis mejores deseos, nos seguimos viendo el año que viene.

Ricardo