A fines de los noventa, el grunge colapsaba y el hip-hop ganaba terreno influyendo en gran medida en los nuevos caminos que tomarían el pop y el R&B. Ray of Light, de 1998, surge en esa transición con una sofisticada mezcla de techno, trip-hop y electrónica pop que lo convertiría en uno de los discos más celebrados e influyentes del pop y que, con más de cuarto de siglo desde su lanzamiento, sigue sonando vigente. Este álbum, séptimo en su carrera, le dio a la reina del pop su primer GRAMMY y es, sin duda, su trabajo más maduro y arriesgado, una reinvención de su sonido que se logra con la impecable producción del británico William Orbit. Su llegada a los 40 años, su recién estrenada maternidad y su acercamiento al hinduismo y a la cábala son aspectos medulares en las 13 canciones en las que Madonna nos muestra su nueva forma de mirar el mundo. El eufórico techno de “Ray of Light”, el hipnótico mantra en sánscrito con influencias indias y marroquíes de “Shanti / Ashtangi”, la desgarradora balada “Frozen”, el lánguido minimalismo de “Drowned World/Substitute for Love” y el dance ambiental de “Nothing Really Matters” no sólo reflejan su enfoque experimental y futurista, sino también el viaje espiritual que marcó su vida en ese momento y que dejó una profunda huella en la historia del pop.