Cuando Daniel Caesar debutó con la confesión emocional de Freudian, un álbum en el que exploraba su decisión de irse de casa y de la iglesia a los 17 años, se convirtió en uno de los poetas más prometedores del R&B, capaz de destilar complejas crónicas espirituales en canciones de amor de engañosa sencillez. Después, se perdió en su propio laberinto. “Estuve bastante deprimido”, explica a Apple Music, citando la presión artística, las redes sociales y el aislamiento de la fama como factores. “Durante una temporada no quería salir de casa”. Lo que finalmente lo liberó de este bloqueo creativo fue el consuelo que encontró en su propia mortalidad. “Todo muere y todo cambia. Tenía que interiorizar esa idea”, dice. “No tener miedo del fracaso”. CASE STUDY 01, su existencial segundo álbum, es un trabajo más denso y arriesgado en el que enfrenta nociones del bien y del mal, de la vida y la muerte, de la soledad y de lo divino. “Me atraen los temas sensibles”, dice. “Son mis favoritos”. Descubrió que regresaba una y otra vez a conceptos alrededor de la muerte y la espiritualidad. “Había estado leyendo mucho sobre el judaísmo, la cábala y la meditación. Tuve una educación religiosa, así que es parte de mi sistema operativo”, explica. “Pero también necesitaba liberarme de todo esto para poder vivir”. Una vez que recuperó su confianza creativa, reclutó a un trío estelar de artistas con los que quería colaborar en su nueva música: Pharrell, Brandy y John Mayer. “Son mis héroes”, dice. “Gente con la que nunca pensé que fuera a colaborar, hasta que finalmente tuve la oportunidad y pensé ‘¿esto realmente está sucediendo?’”. Pero quizás lo más sorprendente sea hasta qué punto las sesiones en el estudio se desarrollaron como auténticos intercambios artísticos. “Obviamente, había cosas que yo admiraba de estos artistas”, dice, “pero me di cuenta de que también había cosas que ellos admiraban de mí”. Pharrell se sentía atraído por la diversidad de influencias de Caesar (una mezcla de góspel, R&B, rock y soul), mientras que Caesar esperaba absorber el espíritu lúdico de Pharrell. “Me tomo muy en serio”, nos cuenta, “y en su música hay algo infantil y divertido”. Al mismo tiempo, Mayer, su artista favorito, estaba interesado en ver cómo Caesar trabajaba en sus letras. “Le gusta lo que digo y cómo lo digo”. “SUPERPOSITION” conjuga su amor compartido por las melodías románticas con una producción densa y matizada. “Quería una canción que pudiera encajar en Continuum”, dice Caesar, “pero justo al límite”.
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