"¿Qué le pedirías a Santa para Navidad?”, preguntaba Adal Ramones en 2003 durante la primera entrevista a Luis Miguel que fue televisada tras años de su alejamiento, siempre recurrente, de los medios. “Volver a ver a mi madre”, respondió el Sol, contundente, pero con el pesar de quien se muestra vulnerable ante tal confesión. Un hombre que anhela lo imposible, pero que encuentra esperanza en la magia de una época. Una época que, hasta entonces, no tenía una banda sonora que tradujera tales emociones a nuestro idioma con semejante magnitud. Siguiendo la tradición de sus ídolos, los grandes crooners anglosajones de los 50 y 60 como Frank Sinatra, Elvis Presley o Dean Martin, Luis Miguel decidió crear un disco navideño que se introdujera en su catálogo discográfico de manera orgánica. Así, en 2006, lanzó Navidades: Luis Miguel, un LP cuya misión era refrescar el cancionero tradicional navideño con versiones en español de clásicos que no se habían grabado en nuestro idioma antes, o al menos no con una letra al estilo del Sol de México. Juan Carlos Calderón y Edgar Cortázar fueron los encargados de tal tarea, logrando así que los 11 tracks de la colección tuvieran una cohesión inaudita, todas al ritmo del big band o la balada, las cartas más fuertes en la baraja del intérprete mexicano. El resultado es un disco que, a pesar de alejarse del canon tradicional de Luis Miguel, cumple con todos los estándares y virtudes de su producción artística. Una instrumentación robustísima formada por orquestas y coros completos, donde su rango vocal encaja y aporta el sentido de modernidad a las adaptaciones. Villancicos empolvados se hicieron sencillos de radio en la voz de LuisMi y su cometido se hizo realidad: aún a la fecha, no hay disco en español más escuchado en la época navideña. Escuchar “Santa Claus Llegó a la Ciudad” arropándonos en un suéter con ponche en mano es una tradición a la vez que un estado mental, que sucede cada diciembre, pero prevalece a través de la nostalgia el resto de los meses. Lo mismo sucede con la calidez de “Blanca Navidad (White Christmas)”, la ilusión de “Frente a la Chimenea (Rudolph the Red Nosed Reindeer)” o el júbilo de “Navidad, Navidad (Jingle Bells)”. La magia de una época en la voz de un simple mortal.