

Para su ecléctica playlist, la organista y directora de coro Anna Lapwood se embarca en la búsqueda de algunas de las obras corales más cautivadoras del mundo. Según le cuenta a Apple Music Classical, la inspiración surgió tras visitar la Catedral de Nidaros en Trondheim, Noruega. “Fue como un llamado de atención”, comenta Lapwood, “un momento en el que me di cuenta de que existen muchísimas tradiciones corales diferentes, igual de ricas y vibrantes que las nuestras en el Reino Unido, cada una con un repertorio increíble, en gran parte desconocido para los coros británicos”. Lapwood ha dirigido al coro de la Capilla de Pembroke College en la interpretación de muchas de las piezas que eligió, aunque agrega: “También he disfrutado descubrir música nueva que quiero aprender en los próximos años”. Entre los momentos destacados está la pista inicial, Mariavise, compuesta por una amiga suya, Petra Bjørkhaug, una de las organistas de la Catedral de Nidaros. “Es parte de un álbum extraordinario llamado Mor, que explora el concepto de la maternidad”, comenta Lapwood. “Esta pieza es una interpretación maravillosamente atmosférica de una canción folclórica tradicional, grabada en la impresionante acústica de la catedral”. Otra pieza cercana al corazón de Lapwood es Regina caeli de Lise Borel, un motete que la compositora escribió para el coro en el que cantaba, la Maîtrise Notre-Dame de París. “He dirigido esta obra con el coro de voces agudas de Pembroke College. Es exigente pero increíblemente divertida de cantar, con sus giros y vueltas armónicas, confiando en que el grupo trabaje en conjunto para manejar los cambios de tempo y de ánimo”, dice Lapwood. “Hay algo en saber que fue escrita para amistades que la hace aún más conmovedora de escuchar”. Un tercer momento destacado es la reinterpretación de la O/Modernt Chamber Orchestra de “Mother of God, Here I Stand” de Tavener, que incluye una improvisación en el sarod, un instrumento de cuerda indio. “Hay algo profundamente conmovedor en el momento en que las cuerdas se unen por primera vez al sarod”, comenta Lapwood. “Es como si las cuerdas fueran la textura desconocida, y no el propio sarod”.